Desde el pasado viernes el gobernador del estado, Rafael Moreno Valle Rosas, tomó la determinación de dinamitar cualquier puente de comunicación con El Yunque, luego de la reunión que sostuvo con Manuel Oliva y escuchar de propia voz del líder nacional de la organización que Juan Carlos Mondragón Quintana se quedaría al frente del Comité Directivo Estatal del PAN.
El mensaje como tal fue decodificado en Casa Puebla y de inmediato comenzó la operación. “Es el momento de las definiciones, de saber quiénes están conmigo y quiénes están contra mí”, cuentan que expresó el gobernador. Fue así como se comenzó a fraguar la reforma al Código Estatal de Procesos Electorales de Puebla, una jugada maestra, pero de muy alto riesgo, ya que fácilmente se puede echar abajo ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, ya que viola la Constitución local.
No obstante, el gobernador decidió asumir los costos políticos de la medida y ahora sí declarar abiertamente la guerra a los integrantes de la organización, que se oponen a entregar el partido. “Entiendo los costos políticos de la medida y como tal asumo la responsabilidad, que alguien me diga otra cosa que no haya escuchado”, dicen que expresó el mandatario el domingo, tras afinar los detalles de la medida avalada por sus incondicionales del PRI y el PAN.
No hay vuelta de hoja, el gobernador Moreno Valle no entendió nunca bien al PAN, pensó que se trataba del PRI, que una vez que había ganado la gubernatura la estructura de ultraderecha que maneja este partido iba dejarlo hacer todo, además de que nunca cumplió con los acuerdos a los que se comprometió cuando se le abrieron las puertas del albiazul. También el PAN y El Yunque tienen su parte de culpa al creer que por fin habían llegado al poder en Puebla, creo que hoy —a más de dos años de distancia del resultado— les queda claro que sólo prestaron sus siglas para un proyecto personal, en el cual ellos no tienen cabida.
En esta guerra —como en todas—, todos pierden y ambos bandos lo saben, el gobernador debe de ver cada día más lejana la posibilidad de imponer a su candidato en Acción Nacional, y los Yunques de retener el manejo de la presidencia municipal de Puebla. El gobernador en este escenario de polarización prefiere entregar la plaza al PRI que permitir que El Yunque imponga candidato y viceversa. Esto abre la puerta para que el PRI recupere la presidencia municipal de Puebla en la próxima elección en un esquema de gran negociación con el inquilino de Los Fuertes.
Por cierto, que nadie se apresure a festejar porque en la resolución del CEN sobre el caso Puebla no hubo ganadores.
Si bien es cierto que el gobernador Moreno Valle cumplió su propósito de echar a Juan Carlos Mondragón Quintana de la dirigencia estatal del PAN, tampoco logró su plan de hacerse de la presidencia para uno de los suyos, pese al gasto millonario en inserciones y a modificar la Ley Electoral del estado.
Será una comisión especial la que se encargue de dirigir al Partido Acción Nacional, en tanto se convoca a elecciones. La comisión estará integrada por Gustavo Madero, Cecilia Romero, Juan Carlos Mondragón Quintana, Eduardo Rivera Pérez, Rafael Moreno Valle y Blanca Jiménez, salomónica decisión, desde donde se le quiera ver.
Todos perdieron, de nada le valió al gobernador su albazo legislativo, lo dicho las cosas políticamente se le vienen descomponiendo y ahora también tiene que ver que ocurre con otros de sus aliados el PRD. Por cierto, ayer el diputado local Eric Cotoñeto, otrora incondicional del gobernador, no acudió a la sesión en donde se aprobaron las reformas a la Ley Electoral.
En el PRI la hora de dejar atrás la abyección está cerca, más cerca de lo que muchos piensan y los colaboracionistas tienen tache y son seguidos con lupa.
Ahora sí, estalló la guerra

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