No solo fue el Día del Presidente el 1 de septiembre, como lo manda la praxis política en nuestro país, que rinde culto al gran Tlatoani, el inquilino de Los Pinos que, según establece la Constitución Política Mexicana, rinde un informe de labores al Congreso de la Unión cada año. 
Ritual que trasciende sexenios y alternancia política, Enrique Peña Nieto consiguió lo que hacía mucho no alcanzaba un mandatario, como atrapar a la opinión pública en general. 
Signo de la reacción en los medios, hubo quien leyó las señales de los últimos cinco días: La prensa se rinde ante el presidente titularon algunos analistas en sus espacios de opinión.
Imposible abstraerse del activismo del priista que regresó ese partido al poder en México. El 1 de septiembre, día del rito mexicano, aprovechó para enviar la iniciativa de ley preferente para proteger derechos de la infancia en el país, lo que le dio espacios destacados en los medios.
El martes 2, otro día para la figura presidencial. Mensaje desde palacio nacional con motivo de su segundo informe. Lectura obligada, la imagen del presidente flanqueado por dos perredistas, el ala moderada de la izquierda en México: Silvano Aureoles, por la Cámara de Diputados; y Miguel Barbosa Huerta, por el Senado. 
El mismo PRD que, de manera paralela, promueve una consulta pública para revertir la Reforma Energética en la elección de 2015, según la propia interpretación de la tribu dominante en la escena perredista. Pero no se movieron de la escena para quedar en el cuadro. Axioma fidelista: el que se mueve no sale en la foto. Sonrieron junto al presidente y click.      
Ausencias en la foto que también generaron lecturas inequívocas en analistas de la cosa pública, la de Acción Nacional, que no termina de recomponerse por los escándalos de sus legisladores. Unos bailan con escorts de lujo, otros piden moches, y también ofrecen sobornos, según testimonios de sus propios senadores. 
Acusaciones mutuas que sumergen a un partido que antes fue de ciudadanos ejemplares en lodazal mundano de la política, el dinero y el sexo. Nada nuevo salvo que se trata de una marca política que en el pretérito había convocado simpatías de juventudes que hoy alcanzan mayoría de edad, adultez y desencanto de la marca PAN.
Peña Nieto, como centro gravitacional. Miércoles. Día tres y el anuncio de la construcción de un nuevo aeropuerto alterno al Benito Juárez, que vive momentos de caos y saturación. La nota suculenta para los medios impresos, electrónicos y digitales para sus respectivas audiencias está en la numeralia: 120 mil millones de pesos de inversión, empleo para 160 mil personas y construido sobre 4 mil 500 hectáreas.
Jueves y Peña Nieto aparece en portadas de todas las ediciones de los diarios más influyentes, en las emisiones de los matutinos de mayor audiencia. Los críticos de siempre encuentran dificultad para restar mérito a la iniciativa de la terminal aeroportuaria que antes fue símbolo del fracaso de Vicente Fox, el primer presidente panista de nuestro país.
Es el día cuatro de la semana y el Presidente acapara los primeros espacios de la prensa. Peña Nieto ha dictado de lunes hasta el cierre de la semana, la agenda pública. 
Ya para el penúltimo día hábil, Peña Nieto tenía una última carta bajo la manga: la transformación del programa Oportunidades, de larga trayectoria en la política pública para el combate de la pobreza, en Prospera.
Menos asistencialista, con una vocación más competitiva, el inquilino de Los Pinos delineó el nuevo esquema como herramienta para que los beneficiarios puedan insertarse en un empleo o actividad productiva que “les permita autonomía e independencia económica” para que sean “más libres para desarrollarse”.  
Eso fue el jueves y este viernes, la escena pública y la opinión pública volvió a ser dominada por el presidente Peña Nieto. Esta fue la semana del presidente, según se puede ver a simple vista y eso a sus detractores los debe tener incómodos.