Personaje menor en la vida pública, Ignacio Alvízar Linares se puso en línea de tiro del dirigente nacional del partido Movimiento Ciudadano, Dante Alfonso Delgado Rannauro.
Más negociante que político convencido de las causas del partido en el que ahora milita, está por ser removido de la coordinación del grupo parlamentario por instrucciones directas del veracruzano y que deberá ejecutar contra su voluntad, José Ángel Pérez.
Y dejará el cargo para estar en libertad de formalizar sin pudor alguno, los acuerdos alcanzados bajo la mesa con el grupo legislativo de Acción Nacional, bajo la tutela del morenovallista Jorge Aguilar Chedraui.
Cortar la cabeza de este personaje de reparto de la gran farándula en la que se convirtió la actividad política a partir de las alianzas injustificables de 2010 marca un derrotero en la disputa por el poder en el territorio que debe ser visto en una perspectiva amplia.
Sin más oposición política en lontananza, la facción panista que gobierna el estado de Puebla se dispone a tomar la tajada más grande del pastel electoral sin más contrapeso.
Dueño de voluntades o comprador de convicciones, no parece haber mucho empeño entre el sistema partidario para impedir el sueño transexenal de Rafael Moreno Valle, de sus seguidores o de sus lacayos, muchos de los cuales ya se ven en la aventura presidencialista.
El discurso construido desde el Movimiento Ciudadano en el proceso electoral en curso va en la lógica contraria al resto de los partidos presos del inmovilismo para no alterar a su altísima serenísima y que va contra la naturaleza de la democracia participativa: la pelea por el voto ciudadano.
La línea discursiva del MC no tiene pierde en un contexto general en Puebla: la ausencia de respeto a los Derechos Humanos, freno a las privatizaciones de recursos no renovables como la del agua que en la capital provocó un crecimiento desmedido en las cuotas; lo mismo con la imposición de las llamadas foto-multas, ilegales a todas luces.
Como se puede observar la remoción del exmelquiadista Ignacio Alvízar de la coordinación del Movimiento Ciudadano en el Congreso de Puebla, es apenas la punta del hilo de una madeja que traerá un conjunto de acciones políticas para deslindarse de un pecado del pasado: haber participado en la alianza que colocó a un despótico grupo en el poder público y que en buena hora languidece.
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