Pega en el cuerpo que la cabeza caerá sola, suelen recomendar entrenadores a sus pupilos en el ring a la hora del combate. La máxima pugilista sugiere repetir ganchos bien conectados sobre las partes blandas del tronco del adversario hasta dejarlo sin aliento para restarle oxígeno hasta vencerlo.
Esa podría ser la metáfora de la nueva etapa que el PRI de Puebla decidió aplicar cuando faltan dos semanas y media de campaña para la elección de diputados federales con los spots radiofónicos y televisivos en los que cuestionan políticas públicas de Rafael Moreno Valle a lo largo de su gestión.
“Los poblanos ya abrimos los ojos” dice el mensaje televisivo para luego cuestionar la ineficiencia de la puesta en funcionamiento del sistema de transporte Ruta sobre la avenida 11 Norte-Sur.
El clima de inseguridad que se vive todos los días y que afecta a sectores amplios de la sociedad, no solo a los más depauperados y desde luego, la ola de despidos que ha dejado en la orfandad a unos 13 mil ex trabajadores al servicio del gobierno del estado.
La retórica de campaña de la oposición no golpea, cuestiona o descalifica a los candidatos que el gobernador impuso en los cuatro distritos de la capital. Muchos de ellos de escasa ficha curricular en la vida pública, fueron colocados en la posición de observadores en la batalla que comienza.     
En esta estrategia de contraste el objetivo del PRI fue golpear los costados del aparato sobre el que han trazado su estrategia de posicionamiento los abanderados panistas, la cabeza del adversario que de acuerdo con la lógica priista, terminará por caer.
La línea de tiempo trazada desde el priismo obedece a su condición de partido en la oposición que puede y debe aprovechar errores que devienen áreas vulnerables de una administración desaforada por reinventar todo y que terminó por consolidar un clima de opinión desfavorable a esos afanes.
Lo que no parece encontrar mucha justificación es la ausencia de voces que debieron salir en defensa del objeto de la diatriba de la oposición política. No hubo una sola voz que se hiciera escuchar para hacer contrapeso al ataque en medio de la campaña.
Los mensajes radiofónicos y televisivos comenzaron a ser transmitidos desde el primer minuto del domingo pasado. Para este martes habrán transcurrido unas 72 horas sin una sola expresión en defensa del gobernador Rafael Moreno Valle y sus políticas públicas.
Un gabinete ausente que se divide los cotos de poder al final del sexenio, resultó obeso y de reflejos lentos para la reacción; los actores que han sido beneficiarios del régimen tampoco han dicho esta boca es mía; la dirigencia del Partido Acción Nacional ha sido el gran ausente a la hora de la verdad.
Ni siquiera sus diputados en el Congreso que ayer sesionaron en la Comisión Permanente fueron capaces de cabildear un punto de acuerdo para llamar al respeto al jefe político. Nada.   
El ocaso del poder es palpable y el vacío que todos los aliados han hecho al hombre que sacó al PRI de Casa Puebla en esta etapa de campañas políticas es el primer diagnóstico de una enfermedad sexenal incurable. 
El principio del fin se acerca. Los ganchos en los costados hicieron notar lo que ya desde hace meses era previsible, la cabeza está por caer en esta o en la próxima batalla.