El linchamiento de dos personas ayer el Ajalpan por sus presuntas pretensiones de robar menores de edad para luego entregarlas a un doctor para quien supuestamente trabajaban, no hacen sino confirmar que en ese municipio como en muchos más existe una ausencia de gobierno eficaz, pertinente y solvente.
La quema de dos seres vivos en medio de una turba enardecida y la ausencia del presidente municipal, Gustavo Lara Torres, debe ser condenada con fuerza por un conjunto de anomalías que atentan directamente a la convivencia de esa comunidad.
De acuerdo con la narrativa de los testigos de ese lugar, los habitantes sorprendieron a dos sujetos que se dijeron trabajadores de un supuesto instituto nacional de salud (inexistente en el directorio federal o estatal) por lo que se llevarían a una niña, sin más explicación.
Lo que siguió fue el infierno, literal: pedradas, palos, patadas. Luego vino el baño de combustible para la inmolación de los sujetos aún vivos, en medio de la vía pública.
La escena que ayer inundó redes sociales en la que los restos de dos seres humanos envueltos en llamas son observados por los pobladores es prueba incontrovertible de la circunstancia que se vive en cualquier latitud: la ley del Talión no es un buen presagio para nadie.
Tampoco lo será para el flamante presidente de llamada Organización Democrática de Alcaldes de Puebla, edil al mismo tiempo de Ajalpan, Gustavo Lara Torres que decidió aparecer muy orondo al lado del virtual candidato a gobernador, Antonio Gali y su principal impulsor, el gobernador Rafael Moreno Valle cometió una mentirilla.
En su afán por embarcar al resto de los ediles de la Sierra Negra para prestarse a aparecer en la fotografía de ocasión el sábado 17 en Tehuacán no dijo que el enojo provocado por la imposición de la candidata del PRI a la diputación federal fue en realidad una cuota al inquilino de Casa Puebla.
No se trató de una negociación con el expartidazo, como sucedía en el pasado con Fernando Morales Martínez, el cachorro de esa dinastía como líder priista se convirtió en uno más de los morenofílicos, incondicionales a los caprichos del patrón que ahora le paga su chequecito en Casa Aguayo, en donde ese subsecretario de gobierno. No.
Una escena de esa naturaleza habría sido descabellada. El PRI de hoy entregó posiciones a la organización Antorcha Campesina que ya traía acuerdo con Rafael Moreno Valle. Así la poderosa agrupación quedó bien con el PAN morenovallista y el PRI de Ana Isabel Allende Cano.
Sólo faltó dialogar con el sector más duro de la historia: los liderazgos del distrito 16 con cabecera en Ajalpan que ya traían su propio candidato. Un portazo en la nariz propició el enojo que quedó a buen resguardo, como la venganza que se come fría, dice el lugar común.
En la víspera del arranque del proceso electoral que termina el primer domingo de junio, Lara Torres decidió engañar con una verdad de a peso a sus seguidores. Los reproches que se tradujeron en una abierta traición a su partido al formar parte de la comparsa de los panistas de Moreno Valle tienen nombre y apellido: Edith Villa Trujillo.
Cuando candidata transitó sin pena alguna por el distrito merced de un acuerdo con las cúpulas que antes tejió Antorcha Campesina, de espaldas a los ciudadanos del distrito que ayer expresaron enojo descomunal por el clima de inseguridad que todos padecen.
Ese jubiloso presidente municipal acaba de perder toda interlocución política con el grupo cercano a Casa Puebla. Su incapacidad para mantener en paz el municipio de Ajalpan como lo demuestra el sangriento episodio de la noche de lunes hizo pedazos su aspiración de trascender de pasar de una causa política a otra, como pretendió el fin de semana.