Quizá porque el foro estaba destinado a estudiantes de periodismo, comunicación y nuevas tecnologías de diversas universidades, o tal vez porque en nuestra tribal forma de cubrir asuntos de interés público es que la nota que surgió en el contexto del Primer Congreso Internacional de Periodismo Digital Nómadas de Grupo Tribuna, no llegó a las enmohecidas redacciones de los medios tradicionales en la esfera local.
Ahí frente a un auditorio lleno, Ramón Alberto Garza, director de Reporte Índigo, lanzó un pronóstico que inquieta desde hace semanas a los partidos políticos tradicionales y sus grupos orgánicos, siempre en la disputa por el poder mediante métodos no necesariamente legítimos ni legales.
Muy lejos de la pose docta insufrible de quien pontifica desde la academia o el oráculo de la verdad, este regio soltó a su joven audiencia un pronóstico que resulta indeseable para los políticos ortodoxos que han sido monopólicos usufructuarios de cargos y posiciones, de elección popular o en la esfera pública.
De las 12 gubernaturas en disputa en 2016 (Puebla está entre ellas) unos 8 o 6 tendrán candidatos independientes, sin partido, dinero o apoyo de los grandes consorcios mediáticos que los comprometa en la toma de decisiones en campaña, o en cargo en futuros.
Hizo un perfil de Jaime Rodríguez “El Bronco” Calderón, y a partir de ese acontecimiento inusitado en la historia política del país y Nuevo León es que fincó su pronóstico. 
En Puebla hasta ahora el único que anda a la búsqueda de firmas para conseguir ese propósito es Gabriel Hinojosa Rivero, el primer presidente municipal no priista que tuvo Puebla en el periodo 1996-1999. Fue militante del PAN hasta 2004 y luego decidió formar el movimiento G2G (Gobierno de Segunda Generación).
Es primo hermano del expresidente Felipe Calderón Hinojosa, pero ese parentesco no fue aprovechado para que este ingeniero mecánico sacara ventaja para su empresa o pecunio alguno. 
Tal vez por ese tipo de fortalezas Hinojosa Rivero asuma que podrá remontar los obstáculos de una ley local impulsada por el grupo gobernante obstinado en dificultar la participación política de una sociedad a la que le quedó a deber en casi todos los rubros.
El exedil y expanista debe saber que más allá de los retos de esta trama legislativa, ilegítima y retrógrada, deberá pagar un costo adicional: el del linchamiento público que no admite disonancias ni posturas políticas más allá de las que puede concebir el Gran Elector.
La incipiente tarea de recabar las firmas necesarias como lo dispone la contrarreforma política de Puebla y las posiciones políticas convierten al fundador del G2G en un decidido impulsor de una nueva cultura democrática que supone una mayor participación de ciudadanos independientes que ya se cansaron de la tutela tramposa de los partidos políticos y sus dirigentes.