Tal vez hayamos asistido al primer experimento en el permanente ejercicio de la dirigente clase política de medir escenarios, o “medirle el agua a los tamales” de cara al proceso de 2016.
Lo cierto es que mientras las palabras del flamante dirigente del Partido de la Revolución Democrática, Agustín Basave, sobre la inviabilidad de establecer alianzas electorales con partidos que no son de izquierda, ni se apagan ni se olvidan, los hechos apuntan en otra dirección: la derechización de la izquierda.
Ayer en Xalapa, la capital de Veracruz, Rogelio Franco Castán, el líder del PRD, y José de Jesús Mancha, del PAN, decidieron echar por tierra cualquier probabilidad de acuerdo con el Movimiento Regeneración Nacional (Morena) para establecer una coalición bipartidista que no admite duda.
Ambos, sentados en un mismo foro con un muro plagado de emblemas del PRD y PAN que el dirigente del panismo veracruzano decidió postear en su cuenta de Twitter @pepe_mancha: la ruta está trazada, nosotros estamos convencidos, vayamos juntos y #RescatemosVeracruz, adelantaron una foto común.
Solo faltó un personaje siniestro que ambos dirigentes conocen bien y que el perredismo no debe olvidar: Miguel Ángel Yunes Linares, irascible secretario general de gobierno con Patricio Chirinos que persiguió, hostigó y humilló a toda expresión política que no fuera la del PRI.
La alianza opositora en el territorio gobernado por el PRI va como ya sucedió en 2010 en Puebla, Sinaloa y Oaxaca. Independientemente de los resultados deficitarios ofrecidos por los gobiernos de esas entidades, las escenas de ayer echan por tierra el discurso de izquierda del colosista Basave.
Y fortalece la hipótesis de un segmento de analistas que sugieren la existencia de sumisión absoluta del ungido líder nacional perredista ante una tribu dominante, pragmática y desprovista de toda ética partidaria como la que integran Jesús Ortega, Jesús Zambrano y Carlos Navarrete: Los Chuchos.
Cuesta trabajo imaginar que ambos dirigentes locales en Veracruz hayan actuado al margen del conocimiento de sus dirigencias nacionales. Ricardo Anaya en el PAN y Agustín Basave en el PRD, sabían de lo que sucedería en el territorio gobernado aún por un extraño militante del PRI como Javier Duarte. 
La escenificación de ayer en la capital veracruzana parece ser el acto inaugural de una nueva página en la historia de la derecha pragmática y la izquierda domesticada para hacer mancuerna en los estados que vivirán procesos electorales el próximo año, no obstante los engendros de gobierno paridos por ese maridaje extraño.
Quienes en Puebla, Oaxaca o Sinaloa han confiado en las palabras de Agustín Basave por hacer cumplir el mandato del Consejo Nacional de construir una alianza con los partidos de izquierda en la elección del próximo año, más vale que se sienten a esperar, el primer paso en contrario ya se dio en Veracruz.