Nostálgicos del calderonismo celebraron el regreso de esa corriente dentro del Partido Acción Nacional.
Más por la velada declaración de guerra para recuperar para los doctrinarios ese instituto, que por la urgencia de instaurar una segunda vuelta en la elección presidencial de 2018, que evite la polarización que los mexicanos padecimos en 2006.
La aparición del expresidente Felipe Calderón en la escena pública como el paladín de la pelea para arrebatar a los pragmáticos el control del panismo en el país comenzó a tejerse con el arribo del matrimonio Calderón-Zavala en la Asamblea Nacional el fin de semana.
Y siguió con el anuncio de trabajar desde esa trinchera para recuperar al PAN que nunca debió dejar de ser democrático, abierto a las mejores mujeres y hombres de la sociedad mexicana, en lugar de haber dejado en manos de gente sin escrúpulo al instituto, según dijo.
En su participación en medios Calderón evadió entrar en una confrontación directa. No lo mencionó por su nombre pero fue obvio que al cuestionar la manipulación del padrón electoral que registró un crecimiento inverosímil en los últimos meses se refería al gobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle.
En una entrega de esta columna el 9 de octubre se narró con precisión la trampa de la afiliación masiva que hoy tiene la atención de la dirigencia nacional a Puebla y también Veracruz.
“El domingo seis de julio de 2014 todos los trabajadores del Tribunal Electoral del Estado de Puebla fueron convocados a las oficinas, ubicadas en la calle Alpha Oriones. Inusual la convocatoria como el plazo perentorio con el que fueron conminados: todos en 30 minutos debían estar. Y así fue.
“Sin más información ingresaron a la sala de plenos del árbitro responsable de dirimir discrepancias en materia electoral. Antes debieron pasar una aduana tan inusitada llamada. Un elemento de seguridad les pidió dejar teléfonos móviles, tabletas y cualquier gadget con el que pudiera quedar registro de lo que estaba por suceder en esa institución garante del juego electoral.
Los trabajadores recibieron el primer camión de carga con las primeros cientos de miles de formatos para incrementar el número de afiliados del Partido Acción Nacional, del que en teoría no se enteró su dirigente formal, Rafael Micalco Méndez.
Eran las primeras acciones para dar de alta a 14 mil 444 afiliaciones al PAN, una cifra tan desproporcionada que hasta el más acostumbrado a ver los absurdos de la administración de Rafael Moreno Valle levantó las cejas”.
Ese mapa lo tiene Felipe Calderón y los suyos. Solo falta que haya voluntad de parte de Ricardo Anaya, el dirigente que no ha podido o querido cortar el cordón umbilical que lo une con el mandatario poblano a quien aún le debe varias facturas.
El último capítulo de esta historia no ha sido aún escrito. Habrá que esperar.
Parabólica