El miércoles 8, el día que el diputado Víctor Giorgana expuso la probabilidad de gravar las utilidades de firmas empresariales con capital estadounidense con presencia en México, como una respuesta a la hostilidad con la que comenzó el periodo de gobierno de Donald Trump, hace poco menos de tres semanas, no era una ocurrencia salida de alguna chistera.
“Esperamos con toda atención a que plantee la iniciativa —en la Cámara de Representantes en EU, sobre el cobro de 2 por ciento a las remesas de los mexicanos, para financiar el muro fronterizo— para que entonces la Cámara de Diputados presente una iniciativa para gravar, en la misma proporción, los 20 mil millones de dólares de toma de utilidades de las empresas americanas”, le reviró este diputado por el distrito 12 de la capital de Puebla.
De hecho, en un encuentro que sostuvo el legislador poblano con Carlos Manuel Sada, subsecretario de Relaciones Exteriores para América del Norte, le advirtió que ante el panorama que se advertía después de la dureza con la que la administración de Washington trató a firmas estadounidenses con pretensiones de invertir en México, era tiempo de preparar la iniciativa, lo que no ha trascendido aún.
Fue en el foro sobre migración efectuado en Phoenix, Arizona, que organizaron integrantes de la sociedad civil, funcionarios de la Cancillería y legisladores mexicanos.
Las palabras que el diputado expuso en el Foro Escenarios y Prospectivas de México-Estados Unidos ese día sacó del estado de aletargamiento a los legisladores, no solo en la Cámara de Diputados, sino también en el Senado, donde la lógica respectiva parece regirse por el inmovilismo.
Sin proponérselo, el poblano se montó en una coyuntura internacional en un momento de extrema delicadeza para el gobierno mexicano, para nuestros paisanos radicados en Estados Unidos y para la suerte del grupo de Enrique Peña Nieto, que ha tenido que andar entre la descalificación mayoritaria de la sociedad en el país y los insultos reiterados de Trump y sus halcones.
Con un documento bajo el brazo, que llevaba por título “Propuesta de participación de la H. Cámara de Diputados para dar seguimiento y acompañamiento a las acciones del Gobierno de México con el de Estados Unidos”, visitó al secretario de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray, y acordó, entre otras medidas, líneas estratégicas como generar espacios de vinculación con funcionarios de EU, grupos y organizaciones afines; diseñar una línea de comunicación con contenidos homogéneos para las distintas audiencias; mecanismos de acompañamiento; y sobre todo, “fomentar el diálogo interparlamentario”.
El documento, de unas 15 diapositivas que resultó del trabajo de los integrantes de la Comisión de Relaciones Exteriores en San Lázaro, del cual este columnista posee una copia, gustó al poderoso funcionario pañenietista. Se dispuso entonces apoyo logístico para poner en marcha el ambicioso proceso desde la Cámara de Diputados.
Las relaciones bilaterales entre México y Estados Unidos pasan por uno de los peores momentos de la historia. El futuro es incierto para nuestro país y no es exagerado decir que para el mundo entero. Lo que sí es evidente es que la crisis diplomática y política sacó del letargo público al poblano que parecía estar en el olvido.
Y es una nueva lección que ha mostrado con reiterada contundencia, que en política nadie está muerto.