El coordinador de los senadores del PRD, Luis Miguel Barbosa Huerta, se metió de lleno en la puja por la candidatura al gobierno de Puebla en 2018 con el anuncio de apoyar a Andrés Manuel López Obrador, el puntero en las encuestas de medición de perfiles presidenciales.
Muchas sospechas despertará Barbosa Huerta, exintegrante de la corriente de “Los Chuchos”, tras el anuncio de que apoyará al “Peje” en la elección presidencial, lo que nadie puede poner en duda es el aserto para explicar su decisión: el PRD se desfonda.
En el estado de Puebla el sol azteca se quedó en la cuarta posición en captación de votos en la elección de 2016 y es parte de la chiquillada junto a satélites partidarios como el Verde, Nueva Alianza, Movimiento Ciudadano y del Trabajo.
En el escenario nacional existen dudas sobre si el partido que fundaron Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, Porfirio Muñoz Ledo e Ifigenia Martínez, entre otros, será capaz de conservar el registro tras la elección presidencial, lo cual no parece descabellado después de apoyar alianzas con candidatos impresentables como Rafael Moreno Valle en Puebla, o Gabino Cué en Oaxaca.
Mucho cuidado deberán tener José Juan Espinosa, presidente municipal de San Pedro Cholula; Rodrigo Abdala, diputado federal por Morena; o el propio Abraham Quiroz, excandidato al gobierno estatal, quienes han dicho en corto o privado sus intenciones de ser abanderados al gobierno en poco menos de 10 meses.
Hábil cómo es, Barbosa Huerta es capaz de entrar hasta la cocina en donde se cuecen a fuego lento las candidaturas para distintos cargos en disputa en que la mesa electoral para Morena parece estar puesta.
En Puebla el senador envolvió al exgobernador hasta hacerlo decir en una gira por Tehuacán que el perredista se trataba de un hijo privilegiado de la zona; luego ganó la simpatía del grupo político del titular de Segob, Miguel Ángel Osorio Chong; y hasta en Los Pinos era bien visto.
Con el control del ala senatorial mayoritaria, el originario de Tehuacán tiene más peso político nacional que correligionarios suyos que se mantienen en el rebaño de ese partido, pues su capacidad de interlocución con personajes de talla mayor puede ser fiel de la balanza.
Solo queda saber si la presidenta de ese partido, Alejandra Barrales, dejara ir esta oportunidad para comenzar la purga en las filas perredistas.
A Socorro Quezada, la dirigente de ese partido en Puebla, le advirtieron del riesgo de expulsión si acudía a la invitación de los organizadores del mitin de AMLO hace dos fines de semanas en la capital de Puebla, la orilló a declinar la invitación.
Con olfato y cálculo político, el senador Barbosa Huerta se colocó en esa ruta. La expulsión de la coordinación perredista primero, y de las filas ideológicas, después, constituye un suculento platillo para victimizarse.
Barrales y Miguel Ángel Mancera junto a Jesús Ortega deben trazar la hoja de ruta para realizar un adecuado control de daños; tal vez en Puebla sea momento de medir el escenario electoral en un contexto más amplio.
Barbosa no será el único personaje fuera de Morena que tome el mismo camino que lleva avanzado el partido de López Obrador. La puja por la estafeta no será fácil.