El inicio de las campañas en el Estado de México este lunes, tiene consecuencias en todo el territorio nacional. Es ahí donde se juega el futuro del país, pero además el de los grupos políticos de mayor peso e influencia que buscan ampliar o conservar cotos de poder y así trascender en el calendario con una fecha precisa en el horizonte: 2018.

Desde que Manuel Bartlett Díaz, exgobernador de Puebla, fue aspirante a la candidatura presidencial en 1987, la entidad no tenía, como hoy sucede, boleto de primera línea para la contienda política presidencial con el exmandatario Rafael Moreno Valle, repudiado en el territorio local, pero cada vez más visto desde la Ciudad de México con posibilidades reales de competir en la interna panista.

Sin embargo, para que ello suceda deberá primero transitar por el corredor del Estado de México como un decidido militante panista dispuesto a jugar con todo su abanico para hacer ganar a la candidata Josefina Vázquez Mota, la excandidata presidencial que en esta aventura política se hace acompañar de dos mariscales de campo que pertenecen a grupos políticos rivales de Moreno Valle.

Uno es Víctor Hugo Sondón, alfil de Ricardo Anaya, como coordinador general de la campaña, y el otro es Eduardo Rivera, expresidente municipal de la capital de Puebla y cercano a Margarita Zavala, quien con Ricardo Anaya aspira a ser abanderada de su partido para ser presidenta de la República.

En buena medida, la suerte de los tres aspirantes a la candidatura panista, el próximo año, está ligada al proceso político que vive el territorio mexiquense.

Y es que la derrota probable del PAN es la de los dos enviados a operar la campaña de Vázquez Mota en junio próximo.

Es en este escenario que el actor más beneficiado sería el poblano, pues aunque haya decidido tirar sus balas en el campo de batalla en ese territorio para legitimarse hacia adentro del panismo, será en realidad el más beneficiado por la marginación de que fue objeto en la entrega de espacios de decisión en la campaña por la gubernatura en territorio mexiquense.

Habrá ganado perdiendo en medio de una justa dividida en tercios con una preferencia electoral, según encuestas recientes, que conceden 29 por ciento al abanderado del PRI, Alfredo del Mazo Maza; 28 por ciento para la candidata de Acción Nacional y 27 para Delfina Gómez, del Movimiento Regeneración Nacional.

Moreno Valle podrá cantar victoria en medio del desastre panista, si es que el presagio se cumple por una razón elemental: nadie querrá ir a competir en la elección presidencial con un grupo de perdedores liderados por Anaya y Zavala, incapaces de derrotar al priismo de Enrique Peña Nieto o la franquicia electoral de Andrés Manuel López Obrador, cuya fuerza nadie regatea, ni siquiera sus adversarios más acérrimos.

Rafael Moreno Valle podrá no hacer ganar a Vázquez Mota en la tierra del grupo Atlacomulco, pero sí puede contribuir a su derrota por una lógica elemental: ganará perdiendo, aún con el magma de un priismo en el ADN que sus detractores señalan desde hace semanas.