La fotografía es un recuerdo imborrable de 2008, en el pasado luminoso cuando ambos personajes gozaron del poder y madrinazgo de Elba Esther Gordillo Morales, en el sexenio de Felipe Calderón Hinojosa, el presidente que permitió o alentó como nadie el crecimiento de ese grupo de poder, hoy notablemente fragmentado.

Plena, forrada de un atuendo de oro, presidía la mesa donde estaba dispuesta, llena de copas de un tinto a medio servir y de la que participan dos de los personajes preferidos del momento, sus protegidos: Miguel Ángel Yunes Linares y Rafael Moreno Valle.

La imagen correspondía a la celebración del cumpleaños del exgobernador de Puebla, en Bodegas del Molino, de los hermanos Trauwitz, un ágape al que solo tuvo acceso la prensa del corazón de la época, lejos de la mirada y escrutinio morboso de la clase política local.

Paradojas del destino, casi siete años después, uno frente al otro se van a medir en la interna panista para elegir candidato a la presidencia de la República, según se puede entender, pues el ahora gobernador de Veracruz envió ayer a dos de sus aliados a destaparlo como candidato a ese cargo.

Lo hicieron juntos los dirigentes del PRD y PAN en Veracruz, Jesús Velázquez Flores y José de Jesús Mancha Alarcón, bajo un conjunto de argumentos de entre los cuales destaca uno que desnuda la estrategia trazada desde el comienzo de la derrota del PRI en las elecciones para gobernador: Yunes Linares necesitaba a Javier Duarte en la cárcel para construir la percepción de la lucha contra la corrupción.

“Veracruz ha sido ejemplo nacional de lucha contra la corrupción y de acciones concretas contra los corruptos”, dijeron los dirigentes partidistas en un acto que estuvo lejos de la espontaneidad, pues si alguien conoce los juegos del poder y usos y costumbres de la clase política, ese es Yunes Linares.

“Esto es una idea que ha surgido del interior de los partidos, hoy se hace la propuesta y es una propuesta que se hará también al señor gobernador (sic) para que en su momento tome las decisiones concretas”, dijo Velázquez Flores, el dirigente perredista desde Xalapa.

Y si Yunes Linares no pudo estar ajeno al “espontáneo” pronunciamiento de sus aliados políticos en el vecino estado, tampoco pudo haber pasado inadvertido para la jefa política que impulsó las carreras políticas de este y Moreno Valle, quien paradójicamente juega con la carta de Delfina Gómez, abanderada de Morena en el Estado de México.

La hipótesis es obligada: regresó del País de las sombras largas (Hans Ruesch, 1950), el encierro a la que fue obligada por el gobierno federal que se estrenaba en febrero de 2012 para cobrar una añeja factura al grupo de Enrique Peña Nieto por haberla tirado de la dirigencia vitalicia del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación.

En otro contexto, vale la pena preguntar si la súbita aventura del exdirector del ISSSTE es en realidad una cuña para las aspiraciones del poblano, que tiene más de dos años en campaña para convertirse en candidato del PAN a la presidencia; o más aún, tiene Elba Esther Gordillo tres cartas para jugar en 2018.

No ha pasado la aduana que supone la elección en el Estado de México este domingo y los impulsos sucesorios están irrefrenables.

Yunes Linares y Moreno Valle tienen un inocultable pasado priista, el ADN de ambos los delata, de ahí que la pelea política entre ambos sea la más interesante de todas en cualquier escenario. Coloquen sus asientos.