Una cosa llevó a la otra... El autodestape para la presidencia en 2018 a través de los dirigentes del PAN y PRD en Veracruz de Miguel Ángel Yunes Linares y la revisión de un pasaje del pasado luminoso donde junto a Rafael Moreno Valle compartían el cobijo de Elba Esther Gordillo Morales, entonces poderosa dirigente del magisterio nacional.

Un asomo a ese pasado reciente puede permitir ver el proceso de desprendimiento que el exgobernador de Puebla ha propiciado desde que hace nueve años, como senador, celebraba su cumpleaños número 40 en el restaurante de Bodegas del Molino.

Ostensible un display con su imagen y la mirada en el horizonte, colocado en la entrada del recinto, se podía observar como símbolo inequívoco de ese afán protagónico con el que pretende nublar todo alrededor.

Su esposa, Martha Erika Alonso, con un vestido de color azul, lo acompañó a recibir a los invitados más destacados en los ámbitos económico, social y político.

En las imágenes a las que tuvo acceso este columnista están el expresidente de Canacintra, Charles Mtanous Abboud, un hombre de la Iniciativa Privada que después guardó distancia del gobierno que encabezaría en el periodo 2011-2017.

Fotografías que provocarían a estas alturas el bochorno y arrepentimiento por todo lo sucedido en ese lapso de gobierno.

El presidente del Comité Directivo Estatal del PAN en 2006-2009, Rafael Micalco Méndez, quien apenas hace unos meses debió dejar la sede albiazul con la indeseable presencia de un grupo de agentes ministeriales, intimidantes.

La imagen deja ver a un dirigente blanquiazul estrechar la mano de otro invitado cuyo lugar en la historia está intacto: Gabriel Hinojosa, el primer presidente municipal que tuvo la capital de Puebla bajo las siglas de un partido político diferente al PRI, el PAN.

Otro perfil que decidió abstenerse de volver a aparecer en sitios públicos con el ahijado político de Gordillo Morales y que dos años después de ese 2008 se convertiría en candidato a gobernador.

No podía faltar la aguerrida panista Violeta Lagunes, vestida de coctel con los hombros descubiertos con un presente de la firma Louis Vuitton, como ameritaba la ocasión, y Enrique Doger Guerrero, el priista que lleva dos procesos internos de su partido en espera de que le toque ser candidato a gobernador.

La lista de invitados incluyó a Francisco Fraile García, un liderazgo panista que ahora se reúne con frecuencia con la dirigencia del Movimiento Regeneración Nacional; Pedro Plaza, el albiazul quien también terminó deslindándose del grupo luego de haber ocupado de manera fugaz la dirección del fideicomiso de la reserva territorial Quetzacóatl-Atlixcáyotl.

Muchos de los invitados del pasado son ausencias decididas en el presente. La bitácora de aquel sábado de junio de 2008 no será la misma que la de dentro de un mes, cuando el 30 de junio el aspirante a candidato a la presidencia panista cumpla su onomástico 49.

Ni siquiera Miguel Ángel Yunes, aliado en el pretérito del propio exmandatario de Puebla. Los intereses cruzados, la forma dictatorial de su conducta o la megalomanía de este personaje, motivaron a que en menos de una década se quedara sin más que su círculo, pequeño y disminuido.