La imagen, tomada desde arriba en el cenit de la escena es la de un hombre que abraza el cuerpo inerte en la cinta asfáltica de una avenida en algún punto del puerto de Acapulco, sobre una mancha de sangre.
Una soga rodea el pie izquierdo, con la que fue colgado de algún puente peatonal. La rudeza de la foto es autoría del fotorreportero Pedro Pardo, ganador del World Press Photo y publicada en el New York Times en 2011, penúltimo año de la gestión presidencial de Felipe Calderón Hinojosa.
Quién podría haber dicho que 125 meses después de que Calderón Hinojosa presidiera su primera reunión de Consejo Nacional de Seguridad, en enero de 2007, para ofrecer ganar 'la guerra' contra el crimen organizado, comenzaría a acumular los más costosos saldos negativos que se convertirán en los de Margarita Zavala Gómez del Campo, su consorte que ahora busca ser presidenta de México.
La cita obligada tiene que ver con la bochornosa escena en la que en una conferencia en la Universidad del Caribe en Quintana Roo, el expresidente fue increpado por un grupo de activistas y llamado “asesino”, por el saldo de su gestión que se extendió de 2006 a 2012, considerada como una de las más letales en la historia del país.
Y es que como dice el Times en su amplio reporte al haberse cumplido la primera década de que el esposo de la exprimera dama se lanzara en su “guerra” contra el narco en el país, “se ha cruzado en la vida de demasiadas personas anónimas. Se calcula que ha provocado 150 mil muertos y unos 28 mil desaparecidos. Su promesa fue grandilocuente; su estrategia, simplista”.
El contexto histórico que llevó a este panista a emprender la ambiciosa tarea de enfrentar a los cárteles de las drogas en Michoacán, Guerrero, Sinaloa, Tamaulipas y otros estados, se convierte en el presente en el peor de los escenarios para la militante de Acción Nacional mejor posicionada rumbo a la selección de abanderado a la Presidencia de México.
Es una variable en la toma de decisiones que no pasará inadvertida en los war room de sus adversarios en el interior del PAN, el exgobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle y el dirigente, Ricardo Anaya.
La semana pasada “alguien” increpó a Zavala Gómez del Campo por el caso de los niños muertos en la Guardería ABC de Sonora. Ambos son episodios que parecen inconexos, fortuitos; sin embargo en la lógica de la lucha por el poder, las casualidades no tienen mucha cabida.
Entre los morenovallistas y anayistas una amplia y poco disimulable sonrisa debe haberse dibujado por el episodio en el que a Calderón Hinojosa le recordaron el saldo sangriento, tras su paso por Los Pinos, pues coloca al matrimonio en una circunstancia de debilidad política.
Quizá antes de continuar con los proyectos trazados, en el matrimonio Calderón-Zavala sea el momento de analizar con frialdad ese papel que ha jugado en la historia reciente, planear un control de daños efectivo y tomarse en serio la advertencia del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad: Nuestr@s muert@s no te dejarán dormir y sus madres no te dejarán olvidar.