Cuando a Rafael Moreno Valle le consultaron sobre su hipotética ausencia del mando del gobierno ante los crecientes riesgos de usar constantemente el helicóptero durante su gestión y los peligros de la incesante actividad que lo mismo se desarrollaba en el territorio poblano o la Ciudad de México, el ex gobernador tenía una respuesta que parecía haber sido producto de una profunda introspección.
La historia tiene un especial significado en el contexto de la nueva sucesión en Casa Puebla, para que la que se alista su esposa, Martha Erika Alonso Hidalgo quien hasta la semana pasada fue secretaria general del Comité Estatal del Partido Acción Nacional.
El ex aspirante a la candidatura presidencial no tenía duda sobre la interrogante pertinente: hagan lo que sea necesario para que sea Martha Erika. Se trataba de plantar en primera línea de la sustitución urgente a la consorte de quien mandó en Casa Puebla de 2011 a 2017, un expediente inédito en el juego político no sólo en Puebla, sino en el país.
Un caso análogo fue el de Vicente Fox Quesada, cuando como presidente de México entre 2000 y 2006 dejó correr a Marta Sahagún como aspirante presidencial. No obstante, no pocos asesores advirtieron de los riesgos de revivir una figura monárquica que habían protagonizado Fernando Maximiliano de Habsburgo y Carlota Amalia de Bélgica, la mujer de la nobleza europea que terminó por enloquecer en nuestro país.
Jugó el ex gobernador sus dos cartas durante meses. La candidatura presidencial en primer plano; o convertir a su compañera en el tercer perfil del grupo en la línea sucesoria que comenzó con su propio mandato y continúo en 2017 con Antonio Gali Fayad.
Otro caso que ilustra es el del perredista Alfonso Sánchez Anaya, gobernador de Tlaxcala de 1999 a 2005. En medio de un proceso interno lastimoso, consiguió imponer a su esposa, Mari Carmen García como candidata al gobierno del estado, que perdió frente al neopanista Héctor Ortiz.
Ahí terminó el proyecto político de un mandatario que se había conducido sin excesos ni escándalos hasta que abrazó la idea de dejar en la silla a su señora. Luego quiso ser diputado federal por Morena, pero sólo obtuvo un rotundo fracaso.
En el género de ficción también está la aclamada serie House of Cards, cuyo desenlace todos conocen: Frank Underwood, el ex poderoso congresista cegado por la ambición política que llega a la Casa Blanca y termina por caer ante el crecimiento político de su esposa Claire Underwood.
Moreno Valle podrá no ser un político del agrado general; no se ha distinguido por su capacidad empática; su conducta pública ha sido documentada desde que apareció en escena y es la de un político de la vieja y rancia guardia, acostumbrado a usar los recursos públicos como un bien patrimonial y a montar en cólera frente a la crítica o la disonancia.
Sin embargo está por conseguir una vieja aspiración: ver en Casa Puebla a su esposa, dueña de la escena pública como él mismo se lo planteó al principio del gobierno en enero de 2011. Aunque desde luego, el riesgo del fracaso es latente, como sucede en el juego democrático.