Como artífice de un discurso renovado, Rafael Moreno Valle sigue quedando a deber a los poblanos.
Gobiernos de coalición, sistema parlamentario y, sobre todo ausencia física del proceso que vive Puebla, son ideales huecos y sin sentido porque se inscribe en un contexto que patentiza lo obvio: él es la antítesis de lo expuesto en la entrevista que concedió al periodista Jorge Rodríguez, publicada el jueves 15.
Con un gobierno unipersonal, dictatorial, reacio como pocos a un sistema en el que domine la división de poderes, Moreno Valle se cura en salud por una razón predominante: su nombre es sinónimo de rechazo.
El desplome de su bono democrático sucede cuando la muerte del niño de Chalchihuapan, José Luis Alberto Tlehuatie Tamayo y no logra recuperarse por la versión fundada de una deuda impagable para los poblanos luego de la amenidades onerosas en la zona de Angelópolis.
Moreno Valle no fue siquiera capaz de respetar la división de poderes durante su mandato. La peor expresión del priato dictatorial de los ‘70 revivió con su mandato.
Sometió sin pudor al Legislativo, el Judicial e impuso a un grupo de cancerberos en instancias ciudadanas como la Comisión de Derechos Humanos, Transparencia, tribunales o el Instituto Electoral.
Del Partido Acción Nacional, ni se diga. Acomodó a incondicionales que aún son incapaces de descolgar de las paredes su fotografía plagada de artificios para borrar su verdadera condición: un dictador.
En el gobierno en turno no han sido capaces de librarse de una figura ominosa como la del Fiscal General del Estado, desprestigiado hasta desaparecer de la escena por impresentable.
Víctor Carrancá Bourget ha sido el artífice de infamias del dominio público como la coartada del cohetón que mató a Tlehuatie Tamayo, cuando decidió utilizar una cabeza de cerdo como metáfora grosera de su gobierno inhumano.
No es la única miseria humana, pero aún hay gente que prefiere el silencio cómplice.
En círculos judiciales saben que hubo una oposición rotunda para que en el mandato de este súbito demócrata trajeran a Puebla el cuerpo de Topos para encontrar el cuerpo de Paulina Camargo Limón, ejecutada por un feminicida a punto de salir de la cárcel por una lógica frívola y deshumanizada.
La presencia de un cuerpo mexicano de búsqueda de talla internacional en Puebla habría significado un nuevo escándalo que podría atentar en contra del proyecto presidencial de Moreno Valle, el mismo que dice estar ajeno al contexto electoral poblano.
De los perseguidos políticos, encarcelados y silenciados durante su mandato, ya ni detallar.
Con esa carátula del expediente negro, Moreno Valle busca dos cosas, alejarse de los reflectores de Puebla para no dañar la imagen de su esposa Martha Erika Alonso, y venderse como el gran reformador del sistema político mexicano del que es benefactor su abuelo, su padre y su estirpe. Las cosas por su nombre.