El martes 10 directores y mandos fueron llamados por Víctor Carrancá Bourget, el Fiscal General del Estado. La cita fue a mediodía en el auditorio que se encuentra en el segundo piso de la dependencia.
Al acudir al llamado les fueron retirados teléfonos móviles o cualquier dispositivo que pudiera servir para registrar lo que ahí sucedería.
El armamento y escoltas que acompañan a cada uno de los funcionarios que ahí estuvieron, también debieron esperar fuera del recinto, a la distancia del lugar de la encerrona. El sigilo y la expectación creció conforme avanzó el tiempo.
¿Qué se podía esperar del hombre que ha encabezado el periodo más oprobioso de la dependencia a su cargo? ¿Qué propósitos movieron al servidor público que sin mover un dedo podría mantenerse al frente de la poderosa Fiscalía General de Puebla por tres administraciones consecutivas?
Carrancá Bourget tiene en realidad el santo de cabeza. Como dogma de fe, encabeza esfuerzos con todo y material humano y logístico para que la coalición Por Puebla al Frente, cuya candidatura al gobierno del estado encabeza Martha Erika Alonso, resulte vencedora.
Para eso fue la reunión el martes a mediodía. Ahí se les pidió a cada uno de los subalternos que haya que hacer lo que sea, el Partido Acción Nacional y sus aliados deberán vencer en la elección del 1 de julio.
Nada importa que la Coalición Juntos Haremos Historia con el senador Luis Miguel Barbosa Huerta los tenga en un empate técnico, según el más conservador resultado de las encuestas; o que el candidato del PRI, Enrique Doger Guerrero traiga el talante para pelear una buena tajada del pastel electoral en disputa.
Lo que Carrancá Bourget no ha dicho es que aún a sabiendas de que el proyecto Puebla fracase, existe un plan ‘B’ en el escenario futuro: un puente de plata con el proyecto de Andrés Manuel López Obrador, si es que el tabasqueño gana en la elección presidencial.
La clave se llama René Bejarano, el protagonista de la tristemente célebre tragicomedia de “las ligas” a quien Carrancá Bourget defendió ante la Procuraduría de Justicia del Distrito Federal por las acusaciones de lavado de dinero, en noviembre de 2004.
El periódico Crónica de la Ciudad de México retrata con exactitud parte de los usos y costumbres del Fiscal en Puebla. Ya como litigante recibió protección con escoltas pagados por la dependencia que dirigía Bernardo Bátiz, quien admitió que como abogado defensor, había recibido amenazas de un presunto grupo que se hacía llamar “las víctimas de Carrancá”.