Al final no fue necesario cerrar el micrófono a ninguno de los cinco participantes en el primer debate de candidatos al Senado de la República, como originalmente se había votado en la sesión del Consejo Local del INE en Puebla, y eso merece ser ponderado.
Los representantes de los partidos políticos y el Consejo Local del INE, con Gerardo Sánchez Yanes y el presidente, Marcos Rodríguez del Castillo sacaron el compromiso de llevar a cabo un debate con menos cartón y una más fluida interlocución entre los jugadores de la contienda.
Y es un mérito porque en esencia había sido una medida precautoria ante la suposición de que el calor de la discusión encendiera los ánimos, se acabara la argumentación política y se diera paso a la agresión en un ejercicio político.
No fue así porque en el momento más candente de la discusión entre la candidata de Por Puebla al Frente, Nadia Navarro y el de la coalición, Juntos Haremos Historia, Alejandro Armenta arrojaron fragmentos del pasado público de ambos, sin hacerse daño serio.
Desde el ángulo en el que el autor de la Parabólica pudo ver el desempeño de los debatientes, la sorpresa fue Nadia Navarro por su capacidad y sagacidad para responder ante los ataques que por un momento recibió uno a uno de Armenta Mier; del candidato del PRI, Juan Carlos Lastiri; y de la Verde, Geraldine González Cervantes.
Erró en la administración de su bolsa de tiempo estipulado en 2 minutos con 30 segundos y eso la orilló a quedarse sin parque cuando más arreciaba el ataque de la oposición a los gobiernos panistas. Sin embargo eso no opacó el desempeño, notable.
Desde luego lucieron Juan Carlos Lastiri, del PRI; y Alejandro Armenta, de Juntos Haremos Historia. El oficio de ambos fue notorio hasta para saludarse unos 45 minutos antes de la transmisión en vivo desde el foro de TV UDLAP, prevista para las 20:00 horas.
La falta de concentración de la candidata del Verde fue evidente y la escasa capacidad argumentativa de la candidata de Nueva Alianza, Norma Alicia Carreto evitó un uso más adecuado del tiempo disponible, del que gozaron todos.
Lejos de las acusaciones por ineficiencia gubernamental para abatir indicadores de pobreza y malversación de dinero público; de la ausencia de medidas de prevención o de auxilio a mujeres que son víctimas de su condición; o de la reforma educativa que a nadie tiene satisfecho, el de ayer en la tarde fue un ambiente de cordialidad.
Cada uno de los candidatos y candidatas llegó con el parque suficiente para confrontar y argumentar. No es que hayan mostrado sus cartas con anticipación, pero verlos llegar con carpetas y cajas de documentos hacía prever que los pertrechos estaban listos. Y así fue, lo hicieron con toda libertad.
Las preguntas que se formularon eran del desconocimiento de los candidatos y al final, imprimió una dinámica distinta al desarrollo del primero de los dos debates entre quienes aspiran a llegar al Senado.
No fue necesario aplicar ninguna mordaza a la palabra de nadie cómo se había dicho con insistencia en el llamado “círculo rojo” la tarde previa y por sobre todo, merece ser ponderado.