El lunes 28 de mayo un sujeto apodado El Grillo fue detenido por agentes ministeriales cuando circulaba a bordo de un automóvil Bora con placas de circulación de Tlaxcala, en la colonia Villa Verde, en el oriente de la ciudad. Fue acusado de narcomenudista y se le relacionó con la ejecución de dos personas y sobre todo: colocación de narcomantas.
El Grillo fue uno de los vándalos que una mano negra llevó a una bodega del Mercado Unión, el punto de encuentro en donde salió el nutrido grupo de pandilleros para reventar la elección del domingo 1 de julio, para lo cual contaron con todo un aparato logístico consistente en medios de transporte, dinero en efectivo y armamento.
Voces en los sótanos policiacos lo describen como un sujeto sin atisbo de humanidad capaz de martirizar hasta la muerte a sus enemigos. Desmembrarlos de a poco para alargar la agonía para infringir dolor hasta lo indecible. Y ese es el perfil que consiguió sembrar el terror el día de la elección que consiguió que la fiesta cívica se transformara en un escándalo nacional.
Un total de 70 incidentes violentos en igual número de casillas en Puebla es el recuento de los firmantes del desplegado publicado apenas este martes en el Diario Reforma con el título “La violencia electoral en Puebla apunta a una elección de Estado”, entre quienes se encuentran María Amparo Casar, del Instituto Mexicano de la Competitividad; María Elena Morera, de Causa en Común; Sergio Aguayo, profesor-investigador en El Colegio de México; Enrique Cárdenas, ex rector de la Universidad de las Américas ; Fernando Fernández Font, David Fernández Dávalos y Juan Luis Hernández, miembros de la comunidad Ibero, entre otros.
Lo que los académicos no podían saber es que además del oscuro personaje que goza de libertad y cabal salud contó con facilidades para desplegar una gran movilización para llegar a casillas seleccionadas con un método quirúrgico, en donde el voto sería adverso al grupo en el poder.
El método fue simple. Desde semanas previas a la jornada comicial y desde un call center cientos de llamadas se hicieron a números móviles. Detrás de la fachada de una firma encuestadora accedieron a la intención del voto de perfiles seleccionados con un método matemático y aleatorio. Desde el nido de operación mapacheril se pudo diseñar un mapa de riesgo electoral y se planeó la campaña de terror.
Para ello se dispuso de un enorme número de vehículos. Por los menos diez autos fueron sustraídos de los corralones, de donde también salió la camioneta volcada cargada de paquetería electoral robada y que permitió a la Fiscalía Especializada en Atención de Delitos Electorales vincular a proceso a dos de sus ocupantes.
Ahora se sabe que la heredera del pulpo taxista, creado por Pedro Díaz, el dirigente del gremio fallecido en septiembre de 2016, Erika Díaz, dispuso de medio millar de autos para facilitar llegada y huida de un comando que operó con precisión y sangre fría.
El vocero del Partido Acción Nacional, Francisco Fraile García que no tiene un centímetro de improvisado en la arena política dijo al autor de esta columna que había que exigirle al fiscal Víctor Carrancá Bourget resultados tangibles e inmediatos sobre los hechos que pusieron en riesgo a los ciudadanos y en un plano nacional el desaseado proceso poblano.
Hay que tomarle la palabra porque si no es capaz de detener a quienes reclutaron a los pandilleros, sustrajeron vehículos oficiales y propiciaron la violencia, será una pésima señal de impunidad que alcanzará a todos.