La cuenta regresiva comenzó. Exactamente en un mes protestarán el cargo los integrantes de la legislatura poblana entrante. Las características son inéditas y la coyuntura es irrepetible: una mayoría opositora al grupo que comanda Rafael Moreno Valle, el ex gobernador panista.
Pende como Espada de Damocles la definición de los tribunales jurisdiccionales respecto del destino de la impugnación sobre el resultado de la elección de gobernador.
Pero la proximidad del comienzo de los trabajos del Congreso entrante abre disyuntivas que demandan respuestas en un plazo perentorio. En el círculo cercano a la gobernadora electa, Martha Erika Alonso Hidalgo aún no definen a un responsable que maneje la política interna.
El hecho de que los diputados salientes hayan conseguido reformar la Constitución local para abrir una puerta de salida a una eventual crisis política derivada de la oposición a reconocer la derrota de Luis Miguel Barbosa, el ex candidato de Juntos Haremos Historia no lo es todo, si acaso es un paliativo para un mal mayor.
De no tener un mínimo acuerdo con las bancadas del Movimiento de Regeneración Nacional, el Partido del Trabajo y Encuentro Social, el destino no puede sino ser el caos.
Personajes como Gabriel Biestro Medinilla y José Juan Espinosa Torres, dos de los más curtidos en la lucha política no pueden sino anticipar una cruenta batalla post electoral.
Un escenario poco deseable para Alonso Hidalgo, dispuesta a convertir su periodo de gobierno en un antes y un después del grupo que lidera su esposo, Moreno Valle, el hombre que cosecha lo que sembró: odio, resentimientos y repudio.
La tarea parece potencialmente compleja. No existe hasta este momento un perfil claramente identificado con la capacidad política para tejer mínimos acuerdos con la mayoría opositora en el Legislativo.
La tarea a cuestas no es menor pues requiere empeño, oficio y talento. Si así es se evitará una crisis de legitimidad, indispensable para efectuar actos de gobierno.
Es cierto que a partir de que los nuevos legisladores protesten el cargo habrá aún un periodo de tres meses para que llegue la fecha de transmisión de poderes, pero en política la aritmética y la línea de tiempo está siempre sujeta a otras variables.
El tiempo se acaba. Al nuevo equipo de gobierno le hace falta ese ajedrecista que mueva con olfato y agudeza las fichas necesarias y pertinentes.
De otro modo, la suerte no puede ser la mejor. Aprender las lecciones del pasado para no revivir el futuro dice el lugar común, pero aplica. Habrá que ver el penoso periodo del presidente espurio Felipe Calderón Hinojosa que debió echar mano de la fuerza para ganar la legitimidad que aún ahora, la historia regatea.