En la tercera semana de junio, cuando el secretario de Seguridad Pública en el estado, Jesús Morales Rodríguez, dijo a los reporteros que existía “… información delicada que tenemos y en su momento buscaremos las órdenes de aprehensión necesarias”, sobre el operativo efectuado en Ciudad Serdán, luego de la detención de 36 elementos policiacos en el municipio, era evidente que existían razones para la toma de esa plaza.
Se trataba de hacer efectivo uno de los cuatro decretos del gobernador Tony Gali Fayad que en el pasado dieron motivo a asumir el control de la seguridad en Serdán, cuando ya había sucedido lo mismo en San Martín Texmelucan y luego vendrían Amozoc y Tehuacán, municipios en los que la delincuencia infiltró a los cuerpos policiacos.
Era evidente que el encargado de despacho de la Fiscalía General del Estado, Gilberto Higuera Beltrán, estaba imposibilitado para saber lo que tres meses antes de su llegada a la dependencia, en septiembre, había arrojado el trabajo de inteligencia desplegado por la Secretaría de Seguridad Pública, que ya antes había permitido la captura del autor de las supuestas narcomantas atribuidas al Cártel de Jalisco Nueva Generación.
Desde ese día de junio en que se dio el manotazo en Serdán, ya se tenían los indicios de la existencia de los presuntos secuestradores que la víspera fueron presentados, parapetados detrás del uniforme de policías municipales.
Los reportes indican que de enero a mayo hubo casi 240 reportes de delitos de alto impacto, entre ellos los secuestros. La aritmética sugería la existencia al día de 1.6 eventos violentos en el municipio en el que fueron asegurados 36 uniformados, entre quienes se hallaban los sujetos presentados por la Fiscalía General del Estado.
Fue un desliz del titular de la Fiscalía Antisecuestros y Delitos de Alto Impacto, urgido como está de atención del hombre que sustituyó a Víctor Carrancá Bourget, principal señalado de llenar de desprestigio la dependencia en su calidad de protector de los intereses del ex gobernador Rafael Moreno Valle.
Rosales Solís ha sido olímpicamente ignorado por el equipo de trabajo del encargado de Despacho, aseguran fuentes del interior del edificio de la dependencia de la 31 Poniente y bulevar 5 de Mayo que ven detrás de los desplantes consecutivos la ausencia de confianza en un funcionario acostumbrado al reflector, el aplauso fácil y al espionaje de periodistas incómodos, como quedó asentado en la columna del 18 de febrero de este año (https://www.parabolica.mx/2018/columnas/parabolica/item/968-fiscal-carranca-acuso-recibo).
Y no es para menos, pues al menos en dos ocasiones ha sido plantado por Higuera Bernal a las puertas de la oficina cuando ya había en agenda cita para pasar a acuerdo, confirmaron quienes fueron testigos de ese tipo de gestos de parte del nuevo responsable, en detrimento del estado anímico del responsable de investigar delitos de alto impacto.
Con la investigación que permitió obtener el supuesto ‘logro’ anunciado la víspera el titular de la Fiscalía Antisecuestros consiguió alcanzar un rasgo fugaz de reflectores de los que dispuso en cuantía ante la ausencia pertinaz de un viajero irreductible como Carrancá Bourget.
No despeja la idea de que Rosales Solís a su jefe inmediato, Gilberto Higuera y al responsable de Inteligencia de la Policía Federal, Ricardo Eduardo Aranda los colocó en la incómoda posición de haber sido pillados al realizar caravana con un sombrero ajeno. Una mentirilla pues.