No sólo los bloqueos ferroviarios en Michoacán, la batalla contra del huachicol en Hidalgo y la polarización propiciada entre chairos y fifís propician factores de división social en el México del presente.
En Puebla hay variables que conjuntan todos esos factores en detrimento de la sociedad en medio de grupos antagónicos que terminan por ofrecer un rostro incompetente de los tres órdenes de gobierno: el de Andrés Manuel López Obrador, Guillermo Pacheco Pulido y de Claudia Rivera.
El colmo fue este jueves, cuando ya había caído la noche. Un grupo minúsculo de Santa María Xonacatepec inconforme con el resultado de la elección de esa junta auxiliar bloqueó la autopista Puebla-Orizaba.
Era el tercer bloqueo de la única vía de comunicación terrestre desde el centro del país al sur-sureste de la República, en cuatro días de la semana que termina este viernes.
Miles de usuarios de esa vía de comunicación administrada por la Dirección de Caminos y Puentes Federales padecieron el imponderable del cierre, sin importar si el motivo de su traslado fuera urgente y necesario.
No hubo mayor argumento para persuadir al grupo que por la fuerza hacía valer el propio. El respeto al derecho ajeno de Juárez al abrazos, no balazos, fueron echados el cesto del olvido.
Muchos de ellos no supieron el motivo de ese nuevo cierre y menos que los responsables de esas diferencias locales son funcionarios que despachan en el palacio municipal, con todo y su candidez, impericia y arrogancia.
Antes fue el bloqueo de la noche un accidente carretero había generado otro cierre. Del peritaje nada se sabe pero el vehículo pesado colapsado, dice la evidencia empírica, ocurrió por la falta de observación del reglamento y por las obras interminables en un tramo cuyo aforo vehicular sólo es superado por el México-Querétaro.
A principios de la semana una fuga provocada por la delincuencia en un ducto de gas que tardó más de 40 horas en ser controlado también orilló al cierre de ese tramo. Cientos de miles de automovilistas varados sobre la carretera en un tramo en donde los asaltos se cuentan cada día.
Los testimonios de la gente afectada a bordo de vehículos ofrece un panorama de enojo y frustración general: frío, miedo y desesperación; además de las pérdidas económicas incuantificables.
Miles de millones de pesos cuantificados en pérdidas. Enojo, malestar social, frustración. Nadie está a gusto con el sistema de gobierno rebasado por una u otra razón. Al fin y al cabo es lo mismo.
No hay nada, esquema de seguridad que permita prevenir y castigar al hampa que roba combustible, como parte de la batalla de la administración federal; tampoco quien aplique la ley para evitar accidentes carreteros como los que ocurren frecuentemente en carreteras; y mucho menos el trabajo político para evitar que la inconformidad política de Xonacatepec llegue al extremo de interrumpir el tráfico en una carretera como la que cruza por el territorio.
Nadie da la cara, ni infancia ni servidor público que siquiera ofrezca una explicación, una disculpa; al fin y al cabo, el usuario que se joda.