Apenas se resuelva el último recurso de impugnación, si es que los hay, por las elecciones del próximo 2 de junio en seis estados, con lo que se darán oficialmente por concluidos esos procesos, incluido el extraordinario de Puebla, Yeidckol Polevnsky Gurwitz dejará la presidencia del Movimiento Regeneración Nacional (Morena), en donde hoy está muy sola y ya no tiene el cobijo preferencial que en otros tiempos le brindó el presidente Andrés Manuel López Obrador.
(Eso ocurrirá por ahí de agosto, cuando en Puebla esté rindiendo protesta el próximo mandatario.)
Eso explica, en parte, nos dicen fuentes desde la Ciudad de México, el empecinamiento de la ex senadora de que sea nuevamente su amigo y aliado, Luis Miguel Barbosa Huerta, el candidato.
“Se aferra a Puebla, aunque ya no tiene fortaleza ni autoridad dentro del partido” que fundó el tabasqueño y que en 2014 obtuvo su registro formal ante el Instituto Nacional Electoral (INE).
Que el ex perredista sea el gobernador, le proporcionaría a la hoy dirigente partidista una vía inmejorable de sobrevivencia política.
De otro modo, todos los adversarios y detractores que ha ido acumulando en Morena, muchos con justificada razón molestos con su estilo de dirección, le pasarían sus respectivas facturas. Y entre ellos hay personajes verdaderamente poderosos dentro del lopezobradorismo.
En Puebla, Polevnsky se juega el todo. De ahí que haya sido tan imprudente, en proponer a Barbosa nuevamente como candidato, cuando todavía se sufría el shock por la tragedia del 24 de diciembre y cancelando así, por adelantado, a cualquier otro militante morenista que quisiera participar, como finalmente ocurrió con el actual senador Alejandro Armenta Mier.
Más que una presidenta del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) de su partido, Yeidckol se dejó ver como porrista de quien, eso sí hay que reconocer, también tiene los merecimientos suficientes para repetir en la boleta. Falló muchísimo ella en la forma, aunque el fondo la justifique.
Ese apresuramiento y su intención de atajar, a toda costa que Barbosa se mida contra Armenta, tiene aristas más complicadas.
Hay que echar atrás la memoria, al proceso interno en el primer trimestre de 2018, cuando desde la oficina de Andrés Manuel López Obrador, entonces precandidato presidencial, se acordó que Luis Miguel Barbosa Huerta sería el abanderado en Puebla.
Se definió así, en pago al enorme servicio que el ex perredista hizo a Morena, cuando en abril de 2017 renunció al Partido de la Revolución Democrática (PRD) y desfondó esa bancada en la LXIII Legislatura del Senado de la República, pues con él se llevó a 11 de sus integrantes a las filas lopezobradoristas.
Por eso Barbosa fue el candidato, independientemente de sus cualidades políticas y personales, que las tiene.
Por ello fue también que Alejandro Armenta Mier, entonces con más conocimiento que Barbosa en el estado de Puebla, no fue considerado en la encuesta, a pesar de que él estaba listo para medirse, y se le circunscribió entonces a la candidatura a la Cámara Alta. Siempre hubo la intención de sacar de la jugada a Armenta y así ocurrió.
Las condiciones ahora son muy distintas y con el caso de Armenta, en específico, se juega mucho más que la candidatura a gobernador en un estado. Se juega muchísimo más.
Si el ex alcalde de Acatzingo logra vencer las resistencias locales y en la dirigencia de Morena; si él y quienes lo apoyan, entre quienes están 55 de los 59 senadores de la bancada de Morena, logran colocarlo como abanderado a Casa Puebla y, seguro gobernador, se trazará una ruta política inequívoca en el partido del Presidente de la República.
Si Armenta llega a la candidatura primero y luego toma las riendas del estado, los otros senadores que quieren ser gobernadores en sus respectivas entidades, escalafón político lógico, tendrán el camino allanado.
No vaya usted a creer que los senadores que apoyaron la semana pasada con una carta y una conferencia para exigir que Armenta sea medido, son muy armentistas o muy cuates del poblano. No.
Más bien, como reza el dicho, están poniendo sus barbas a remojar, en el mejor de los sentidos y con la más amplia esperanza.
Barbosa y su obra a favor del lopezobradorismo fueron muy útiles en su momento, porque se trataba de golpear en la anterior LXIII Legislatura a las bancadas del PRD y del PAN en el Senado.
Pero ese fue otro momento y el de Zinacatepec recibió su pago, con su oportunidad en 2018, en donde pasaron muchas cosas, pero ese fue otro momento político e histórico.
Ahora, son otras las condiciones y, en éstas, Yeidckol Polevnsky Gurwitz, la mayor fuerza de Barbosa, está muy muy debilitada, son los datos y reflexiones que nos comparten fuentes que están cerca de los actores nacionales de Morena.
Desde allá, aseguran, se ve el bosque completo y no solamente el árbol.