La cúpula del sector privado decidió no meter más fuego a la hoguera en la ya de por sí tensa relación con el poder político en Puebla que a partir del 1 de agosto descansará en las manos de Miguel Barbosa Huerta y decidió palomear a Ignacio Alarcón Pacheco, un integrante de la iniciativa privada con un perfil menos vinculado a los grupos de derecha.

En la víspera Carlos Montiel Solana, presidente del Consejo Coordinador Empresarial en Puebla anunció el consenso en torno a quien en el ámbito de la camaradería se le conoce como Taico Alarcón, en detrimento de otros perfiles más abiertamente proclives a los grupos de la derecha e incluso algunos a quienes se les asocia con la agrupación El Yunque.

En una entrevista que el dirigente del sector constructor (CMIC), José Antonio Hernández concedió ayer al programa de TV #ParabólicaMX narró un episodio decisivo en la construcción del sorpresivo consenso empresarial.

“... Se fueron descartando uno a uno —de los otros tres aspirantes a dirigir el CCE—, y pues también esta parte de comunicación... que tuviéramos un medio de comunicación que está con el gobernador electo Luis Miguel Barbosa”.

 

 

Para nadie era un secreto que uno de los aspirantes a dirigir el destino del organismo cúpula del sector privado, Herberto Rodríguez Posada había asumido un papel actuante en la contienda política de 2018 y en la extraordinaria de 2019.

Junto con Fernando Treviño, otro de los aspirantes y cuota del sindicato patronal Coparmex, habían hecho el papel de pregoneros de las campañas del Partido Acción Nacional con la difunta gobernadora, Martha Erika Alonso y con Enrique Cárdenas, de manera sucesiva.

Un tuit de Rodriguez Regordosa (@Herbertorod) apenas terminada la jornada electoral extraordinaria ofrecía prueba irrefutable de su proclividad al Partido Acción Nacional, que en el municipio de Puebla preside Pablo, su hermano.

“@MBarbosaMX no apabulla como @LopezObrador_; @AcciónNacional en alianza con un ciudadano como @ECardenasPuebla es contundente en la metrópolis...”

 

 

Varios ejemplos ilustran la militancia embozada de quien se llegó a considerar el más competitivo aspirante a dirigir el CCE.

Sectores decisivos como Canacintra y Canirac —gremio al que pertenece Taico Alarcón—, empujaron el consenso a partir de una máxima ante el cambio de mapa político: el descarte.

Fue así que ante la imperiosa necesidad de mantener una interlocución con el poder público y sobrevivir en el futuro inmediato, decidieron sacrificar a los conspicuos representantes del alicaído Yunque.