La presidenta municipal, Claudia Rivera y el rector de la BUAP, Alfonso Esparza terminaron por quedarle a deber a Miguel Barbosa la desactivación de un conflicto con visos de crecimiento, como el que protagonizaron los muchachos que se instalaron en plantón en el zócalo de la capital.

Ayer a medio día se retiraron sin haber tenido que tensar hasta el último la negociación por sus demandas, entendibles luego de no haber encontrado un lugar para estudiar una carrera universitaria en la institución más grande del sureste del país.

El retiro del campamento ocurrió unas 24 horas después de que se produjo un poco usual diálogo directo entre el gobernador y los parados universitarios, que habían sido ignorados en otras instancias de gobierno y universitarias. O por lo menos se ignoraba que hubiera una negociación en curso.

Los funcionarios del Cabildo capitalino, con la edil a la cabeza, y el rector universitario, no tuvieron que sudar la camisa (o blusa) para desactivar la entendible demanda de un grupo de muchachos que demandaban un lugar en el ámbito estudiantil.

Inusitado, el encuentro entre Miguel Barbosa y la parte demandante parece ser la lógica que regirá la forma de ejercer el poder desde que el 1 de agosto protestó el cargo.

Ya lo había dicho hace unos días a las afueras de Casa Aguayo. Otro grupo de manifestantes a las afueras del edificio sede del gobierno preparaba una manifestación callejera.

Fue el mandatario y frente a quien parecía el líder le recordó que ‘como candidato te escuché, como amigo te escuché, como gobernador lo seguiré haciendo; pásenle’.

Una comisión de demandantes terminó sentada a la mesa con el gobernador, y sin intermediarios. Del resultado de ese encuentro poco se sabe, pero el conflicto quedó desactivado.

Resulta incierto aún a tan temprana hora del naciente gobierno saber si las rentas políticas obtenidas de la desactivación de conflictos a partir del diálogo directo alcanzará para reactivar los que grupos represión largamente conocidos como Antorcha Campesina, por ejemplo.

La agrupación de Aquiles Córdova se hace escuchar cada periodo determinado de tiempo; la coyuntura del relevo en el poder es la constante y habitualmente suelen presionar hasta el máximo a los gobernadores en turno para obtener prebendas escandalosas.

Manuel Bartlett, Melquiades Morales, Mario Marín y Rafael Moreno Valle lo padecieron en su momento y según el perfil y capacidad negociadora, todos terminaron por ceder frente a ese grupo de presión de fuerza notable.

Anticipar un escenario de esa naturaleza es improbable pero la experiencia pasada sugiere que no será la excepción.

Por lo pronto, Barbosa en el Gobierno ha dejado ver la patente de nuevo cuño y con ello ha dejado con la guardia baja a los distintos interlocutores de grupos de manifestantes. Literal, el mandatario terminó por rebasarlos por la izquierda.

Ejemplo de ello fue la falta de acción de Rivera Vivanco y Esparza Ortiz, dos de los primeros deudores de la rentabilidad política que Miguel Barbosa obtuvo en las últimas horas.

Las ausencias, como los espacios de poder suelen ser llenados de inmediato. Las divisas serán en este nuevo periodo de gobierno oficio y reflejos políticos.

@FerMaldonadoMX