La contienda interna en Acción Nacional en el municipio de Puebla está por salirse del control. Sus árbitros y dirigencia están rebasados; no tienen otra que sentarse a observar la forma en la que se despedazan dos candidatos a ocupar la silla del ex morenovallista Pablo Rodríguez Regordosa.
En la fase final, antes de llegar a la asamblea el 25 de agosto, la alcantarilla ha sido abierta. Dejará salir suficiente suciedad como para alcanzar a todos los involucrados: desde la presidenta estatal Genoveva Huerta, pasando por la dirigencia local en la ciudad y terminará por ensuciar a Jesús Zaldívar y Eduardo Alcántara, los dos contendientes.
Al primero lo acusan de formar parte de la nomenclatura integrada por Rodríguez Regordosa; el ex edil de la capital, Eduardo Rivera Pérez y de Mario Riestra y Jorge Aguilar Chedraui, dos ex funcionarios en los tiempos en que Acción Nacional fue gobierno.
Nadie ha confirmado, pero en el PAN cuando el río suena, es porque agua lleva. Esos son algunos de los usos y costumbres en ese ámbito partidario.
En el otro frente las cosas están aún peor. Alcántara decidió echar mano de los personajes más desprestigiados de la escena panista.
Quien tira la piedra y esconde la mano tiene nombre y apellido: Pedro Gutiérrez, el personero de Javier Lozano, un calderonista que no perdió tiempo y regresó a sus orígenes en el PRI en momentos en que Acción Nacional no tenía posibilidad de ofrecerle un cargo bien remunerado.
Como si el plomero de Alcántara fuera impoluto panista, pretende sugerir y dictar columnas, notas y dardos envenenados para debilitar la campaña de Zaldívar, el adversario.
Ha ganado una triste fama por su aparición en fotografías comprometedoras en fiestas para adultos, por el boicot contra el ex candidato al gobierno de Puebla, Enrique Cárdenas y por cargar el portafolio al impresentable Lozano. De su paso como regidor en la capital, ni rastro. Nada, cero.
A ese nivel ha llegado la guerra interna en el PAN, el partido que quiere ser la oposición a la Cuarta Transformación.
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En el sótano...
1.- Revisión con lupa. Llegaron todos los representantes legales de empresas proveedoras durante el gobierno interino, con legajos de documentos bajo el brazo.
En una mesa el gobernador Miguel Barbosa; el secretario de Salud, Jorge Humberto Uribe; la titular de la Contraloría, Karen Berlanga Valdés; y un funcionario que tomaba minuta. Uno a uno fue entrevistado sobre montos y acuerdos debajo de la mesa para comenzar a desenmarañar una enorme tenebrosa red de complicidades.
Luego seguirá Infraestructura, Seguridad Pública y Educación. El pronóstico de estas rondas de investigación permitirá robustecer expedientes que ya están sobre los escritorios de quienes deben comenzar a aplicar medidas correctivas. Promete, pues.
2.- La oferta editorial de Yayo Casas. El martes 6 de agosto pregunté directamente a Eduardo García Casas si estaba en su ánimo traer a Puebla el diario La Crónica de Hoy, propiedad del empresario Jorge Kahwagi Castine.
Éramos seis a la mesa en el Club Campestre y frente a todos, dijo que no y expuso sus razonamientos. Ahora sabemos que cambió de opinión por lo que desde aquí el deseo de que haya larga vida para la nueva oferta informativa que permitirá enriquecer la ya existente en el estado.
3.- Regreso a la televisión abierta. La última vez que el autor de la Parabólica puso un pie en un set de noticias televisivas era el año 2009, en Televisión Azteca; la primera ocurrió a mediados de la década de los ‘80. Ni antes ni después existían plataformas digitales ni la discusión en redes sociales, como hoy.
Este lunes se abrirán las puertas Puebla Noticias para este reportero y la emoción es notable. Agradezco la confianza al director general del sistema de medios públicos en el estado, Pedro Gómez Castillo. Era necesaria mandar una señal de apertura, me confió en algún momento de las fructíferas conversaciones que hemos mantenido y así debe entenderse.
Aprecio la empatía y la confianza depositada en el autor de esta columna que será respondida con criterio, compromiso y congruencia. Nuevo reto en la nueva casa, con viejos y afectivos conocidos.