Acechan en cualquier calle de la ciudad y zona metropolitana. Agazapados esperan pacientes la llegada del incauto, desorientado o audaz. No distinguen color, credo y menos clase social: la presa puede ser cualquiera de quien vaya por las distintas vialidades.

Amenazantes, esperan pacientes la llegada y caída del incauto. Redondos, apacibles unos, con marcado filo otros, se han multiplicado de manera exponencial incluso desde el mes de mayo, sin que nadie pudiera ponerles un freno. Con el paso de los meses comenzaron a proliferar incluso en algunos de los sitios más visibles.

Son los baches que terminan con la paciencia de unos y agota el patrimonio de otros. Desde el automovilista al chofer o madre de familia. El número de hoyos para los cuales no hay numeralia certera de tantos que han surgido desde antes de la llegada de la temporada de lluvias pasó de ser sustantivo que alimenta la mala entraña individual para ser voz general.

Por ello es que en un afán desesperado por la falta de resultado del gobierno de la Cuarta Transformación en la capital y de funcionarios ineficientes como el secretario de Infraestructura y Servicios Públicos, Israel Román Romano, un grupo de padres de familia decidió hacer una cooperación para hacer el trabajo responsabilidad de esa área del gobierno.

Fue a las afueras del Colegio Americano, en la zona de Las Ánimas que luego de esperar las acciones de una ciudad incluyente que los excluyó, pasaron a los hechos. Unos seis padres de familia de esa comunidad escolar hicieron su aportación, trajeron cuadrillas e hicieron tapar unos 40 baches.

No sólo decidieron emprender la tarea de la reparación de un tramo de calle que va del Circuito Juan Pablo II a la 33 Poniente, sino que con una dosis de sentido común, dispusieron que la faena comenzara fuera de horas pico que supone la entrada y salida del popular colegio.

Usaron más de 1.5 toneladas de asfalto, que junto a la mano de obra deberán pagar unos 50 mil pesos. No es una cifra significativa para cualquier padre de familia que tenga los medios para financiar una colegiatura en el Americano, sin embargo se trata de una acción que subraya la condición de olvido de las calles de la capital por un equipo de trabajo como el de Román Romano, incapaz de atender la más mínima petición de mantenimiento en jardines o alumbrado en espacios públicos.

Habilidoso como es, terminó por caer en su propia trampa este funcionario que presume recorrer todos los días las calles de la capital para supervisar las condiciones de las vialidades.

Cayó en su propio galimatías cuando sugirió que fueran los ciudadanos quienes se responsabilicen de una tarea inherente al gobierno, en tanto, prestación de un servicio. Terminaron por tomarle la palabra con una variable inadmisible a la luz de un discurso triunfalista: le hicieron la chamba.

La acción discreta y callada por una decisión consensuada pone aún más de manifiesto la obsolescencia de un modelo de gobierno que quedó por debajo de la expectativa.

Israel Román Romano podrá descansar este fin de semana, un tramo de vía pública que parecía zona de desastre está habilitada por una iniciativa ciudadana: nada debe distraer su sueño de fin de semana.

Una duda flota en el ambiente y merece respuesta obligada y puntual: ¿Informará de esta acción a su jefa Claudia Rivera Vivanco, la presidenta municipal?