El nuevo presidente de la Comisión Estatal de Derechos Humanos en Puebla, Félix Cerezo Vélez carece de los más elementales conocimientos en la materia, según se pudo ver en su primera exposición ante los medios una vez que protestó el cargo para el que fue electo por una mayoría en la Cámara de Diputados.

Dueño de una condición ignota —nadie sabe de dónde surgió su perfil y capacidad para ocupar una responsabilidad para el que se le votó—, carece de identidad entre quienes han dedicado años a la defensoría de las garantías individuales ante los abusos del poder público.

Tan ajeno a esa condición que el día en que salió del Congreso de Puebla, a unas cuantas calles en el barrio de Santiago tenía lugar una de las actividades más beligerantes de la derecha cuando en la Universidad Popular Autónoma de Puebla se producía una actividad académica que aprovechó un grupo extremista a través de redes sociales para normalizar la violación en contra de las mujeres.

Un violador también es padre y hay que reconocérselo”,  decía una de las publicaciones posteadas en una cuenta de Facebook y para las que el hombuspearson ignoró, no por el súbito expediente público sino porque notoriamente adolece de la preparación y códigos deontológicos para condenar la clara violación de derechos de más de la mitad de la sociedad poblana.

Otro de los brotes coyunturales que la Comisión de Derechos Humanos en Puebla debió observar fue la rotación que el gobierno del estado inició en los Centros de Reinserción Social. Nadie sabe si Cerezo Vélez envió visitadores para corroborar que las garantías de custodios y reos fueron respetadas como establece la norma.

El jueves 7 de noviembre, ya con el cargo bajo el brazo, salió del edificio del Congreso de Puebla rumbo a la sede de la nueva oficina. Poco elegante, en el camino reclamó a Estefanía Rodríguez Sandoval, presidenta de la Comisión de Derechos Humanos en el poder Legislativo, que caminaba junto al ungido, por la versión esparcida entre medios y activistas que lo ubicaba como el de peor evaluación cualitativa en la etapa de definición. 

La incógnita en torno a este personaje prevalece, no sólo por la falta de una opinión asertiva en la materia, sino por su probable inclinación al grupo en el poder en el estado. 

La prueba la tendremos en el ámbito público cuando el gobernador Miguel Barbosa conmine al flamante hombudspearson reabrir el caso del homicidio de José Luis Alberto Tehuatlie Tamayo en Chalchihuapan hace cinco años, a manos de la Policía de Rafael Moreno Valle y el ejecutor, Facundo Rosas Rosas.

Será la hora de la verdad para determinar una condición que asoma: su incondicionalidad al poder público en el peor de los mundos posibles para quien tiene la tarea de combatir todo exceso en detrimento de la sociedad inerme.