Ahora que Movimiento Ciudadano decidió abrirle las puertas a Héctor Alonso me confirmó la calidad moral de quienes dirigen este partido, propiedad de Dante Delgado.
Para entender la falta de dignidad de Alonso Granados, es necesario sumar su desmedida ambición política y sus nulas convicciones ideológicas.
Hay que recordar que este diputado militó durante más de 30 años en las filas del PRI, en donde recibió un sin fin de beneficios políticos y económicos, que lo llevaron a ser un “próspero” empresario.
Vale la pena recordar su negro historial empresarial. Resulta que este exitoso “tortero” inició su negocio gracias al poder de su suegro, el extinto líder de la CTM, Blas Chumacero, quien gracias a la fuerza de su organización sindical consiguió para Alonso Granados las concesiones de los comedores industriales de las principales fábricas de Puebla.
Irónicamente, su gran promotor político y empresarial fue el líder sindical priista, quien seguramente no debe dejar de retorcerse en su tumba, al ver en lo que ha terminado su yerno y discípulo.
Este mercenario político y empresario desde hace década es el principal vendedor de tortas de Puebla, ya que en lugar de promover en sus comedores menús nutritivos para los trabajadores prefiere darles tortas, debido a que estas le dejan mayores utilidades.
Fue en 2006 cuando abandonó al PRI después de haber perdido una elección y de que le fue negada una nueva candidatura.
A partir de ahí inició su deambular por diferentes partidos y alianzas políticas. Saltó del PRI a la coalición Compromiso por Puebla con su arcoíris partidista, él se dijo entonces nueva aliancista. Ante la ola lopezobradorista no le tembló la mano para olvidar su apuesta por el morenovallismo y se sumó sin recato alguno a la causa de la 4T, en donde recibió los beneficios del tsunami encabezado por AMLO, el cual lo llevó a una nueva diputación.
A su paso por las diferentes curules, Alonso ha hecho y deshecho con todo y contra todo.
Los actos de violencia que realiza, un día sí y otro también en el Congreso del estado no son nuevos para nadie, aunque se han agravado en esta legislatura que más fuerte que nunca ha denunciado sus actitudes misóginas.
Como prueba, permítanme recordar otra historia de violencia política de Alonso cuando militaba en Nueva Alianza y contaba con el respaldo del morenovallismo.
Alonso, un chivo en cristalería
Contracara 21/6/2012
“En su visita a Puebla, el candidato presidencial Gabriel Quadri se reunió con los candidatos a diputados y senadores de su partido y con un grupo de unos 40 empresarios en el hotel Presidente Intercontinental.
Iniciado el desayuno, apareció en escena el inefable diputado neoaliancista Héctor Alonso, quien —sobra decirlo— no estaba invitado al evento. Por simple cortesía, el líder del partido de la maestra, Gerardo Islas, ordenó le pusieran una silla a este personaje.
Tras el discurso de Quadri, Héctor Alonso hizo su acostumbrado numerito exigiendo el micrófono al maestro de ceremonias, quien le explicó que únicamente los empresarios tenían derecho a preguntar. Ante la negativa, Alonso no bajó de “pendejo” al conductor de la ceremonia, previa mentada de madre.
El revuelo fue tal, que el candidato interrumpió sus palabras para dirigirse al escandaloso diputado y a su contrincante en turno diciéndoles: “si quieren los espero a que terminen de arreglar sus cosas”. En lugar de entrar en razón, cual “chivo en cristalería” Alonso Granados enloqueció y pegó de gritos diciendo que él era además de diputado, un empresario importante y que tenía derecho a preguntarle al candidato.
“Yo soy un empresario que da 400 empleos, así que puedo preguntarle lo que yo quiera al candidato.”
El numerito puso de mil colores a Gerardo Islas y a todos los candidatos, quienes pasaron de la pena ajena, a la propia”.
Hasta aquí la cita
Y así cómo este suceso, podemos enumerar muchas historias de violencia de Alonso, quien lo mismo ha agredido a personal de seguridad, que a reporteros, compañeros diputados y últimamente su irracional conducta se enfoca directamente en las mujeres.
Testimonios de su esquizofrenia sobran.
Y es ahí en donde no se entiende que Dante Delgado le haya abierto ahora las puertas de su partido.
Delgado no se puede excusar en qué desconocía la enfermiza condición de hombre violento de Alonso, porque tiene a Fernando Morales en la dirigencia estatal de Movimiento Ciudadano, quien lo conoce desde que su padre lo hizo diputado.
¿Cuánto le da y cuánto le quita un personaje como Alonso al movimiento naranja?
Son de esas preguntas con respuesta integrada.
Acaso ¿pensará Dante que su “flamante” adquisición se va a regenerar?
Esto no es gripa, esto no se quita.
¿O será un tema de identificación mutua?
Bien dice el refranero que: Dios los hace, y ellos se juntan.
Ver para creer.