‘La política de nuestro Sr. Presidente es convertir a México en un país de soplones’ dice el capitán Ramírez (Daniel Jiménez Cacho) a “El Benny” (Damián Alcázar) en El Infierno, película de Luís Estrada (2010). La narrativa de la película, ya se sabe, es la de un Estado fallido frente a los grupos de delincuencia que se apoderan de vastas zonas, desde hace décadas.

La cita era obligada cuando la víspera el autor de la Parabólica.mx recibió una Carta de Réplica (sic) de René Sánchez Galindo, secretario de Gobernación en el municipio de Puebla tras la publicación de la columna La muerte tiene permiso (https://parabolica.mx/2020/columnas/parabolica/item/634-la-muerte-tiene-permiso) en la que se relata la componenda entre empresarios de giros negros y un padrino ignoto para operar desde medio día, en locales de la capital y zona metropolitana.

Le pido que haga de mi conocimiento la información que usted tenga (sic) para que yo pueda proceder como es debido’, dice el hombre a quien se la ha encomendado gobernabilidad y regulación desde las áreas de Normatividad y Vía Pública.

Sánchez Galindo no sólo no respondió a una pregunta puntual en el texto de marras, sino que además, espera que los periodistas cumplan una función para la que se le llevó a esa responsabilidad: ¿Quién protege la proliferación de giros negros que operan desde el medio día sin que reciba amonestación, castigo o llamado de atención de la autoridad municipal?

Existen ejemplos evidentes de la operación de lupanares sin regulación alguna con bailarinas que ofrecen algo más que bailes y privados, cuyos costos oscilan entre los 200 y 500 pesos, sino además narcomenudeo.

Conocer de sus ubicaciones, dueños y protectores era responsabilidad de los titulares de Gobernación, que por obligación debe contar con mecanismos de inteligencia para la toma de decisiones.

Ofendido, el Secretario de Gobernación sostiene que hay ‘alusiones insostenibles hacia mi persona y mi ejercicio público, así como a la Secretaría de Gobernación Municipal que me honro en encabezar’. Añade que ‘he demostrado que no tolero corruptelas, abusos ni componendas’.

El impoluto Sánchez Galindo debe ignorar que desde hace décadas que servidores de medio pelo cobran derecho de piso para permitir operar los negocios de dudosa reputación, o es timado de manera sistemática. En ambos casos, estaríamos ante un responsable de la gobernabilidad en la capital incompetente.

Hace rato que los juicios de valor, aspiraciones y buenos deseos expresados desde el púlpito y el poder público dejaron de tener el mismo golpe efectista. Mejor sería que el funcionario haga uso de los mecanismos de los que habitualmente se dispone en una instancia gubernamental como la que se ‘honra en encabezar’ para frenar a la mafia de los antreros locales y que ha propiciado el calentamiento de la plaza. ¿O no?

Servido.