El día que Víctor Carrancá se sintió en riesgo, fue abandonado a su suerte por quienes le habían jurado amor filial a su paso por la Procuraduría General de Justicia, antecesora de la Fiscalía General del Estado.

Había pasado tiempo desde los días de oropel cuando tres chefs esperaban ser llamados al tercer piso del remodelado edificio de 5 de Mayo y la 31 Poniente para servir las viandas y los tintos finos, propios del exigente paladar del propio Carrancá.

Era de noche en algún punto de la zona metropolitana. Iba acompañado de su familia, ya sin el séquito de escoltas de los que se hacía acompañar de un sitio a otro cuando una llanta de la camioneta fue robada. Contradicciones de la vida: el implacable sabueso que persiguió delincuentes, era presa de su propia circunstancia.

Rodeado de los suyos, en medio de la oscuridad de la noche debió haber sentido lo que cientos de ciudadanos inermes padecieron durante el mandato plutocrático de quien lo trajo de la Ciudad de México.

Algo así debió haber percibido la víspera que Gilberto Higuera Bernal dijo ante Diputados que es obligación de la Fiscalía General del Estado investigar a su antecesor por probables delitos ampliamente documentados en el pasado reciente.

Y es que el recién designado titular de la Fiscalía General de Puebla consiguió 38 votos para ser ratificado en el Legislativo, pero carga con la duda por sus orígenes.

Su nombramiento ayer fue legal, pero no propiamente legítimo. Una cauda de críticas surgieron desde colectivos y organizaciones no gubernamentales por lo que ya se anticipaba.

El Fiscal General del Estado deberá dar resultados inmediatos en casos que han lastimado profundamente a la sociedad. El primero y más urgente, el de los universitarios masacrados en Santa Ana Xalmimilulco, en Huejotzingo este fin de semana.

Pero están los expedientes del pasado. Hasta dónde se sabe no hay consignados por la violencia política de la elección de 2018, tampoco por quienes instrumentaron la patraña del cohetón que mató al niño José Luis Alberto Tehuatlie y menos por el enriquecimiento desmedido de unos cuantos en detrimento del desarrollo de Puebla.

Gilberto Higuera tiene la palabra. Ganó los votos, pero no todavía la confianza.