Así es, lector querido. Los seres humanos ricos y pobres, hemos vivido con miedo desde siempre, pero eso, no justifica, ni justificará jamás, la soberbia, y mucho menos, la cobardía que hoy vemos, sin inmutarnos siquiera.
Hoy, por ejemplo, veo por internet, como una joven enfermera alienta a sus compañeras y compañeros a portar con orgullo sus uniformes a pasar de las agresiones constantes, de las que han sido víctimas.
Me causa un gran dolor ver estas situaciones, porque imagino o trato de comprender el origen y la vida del agresor, el miedo, la frustración y la carencia absoluta de amor, comprensión y respeto a sí mismo. Quizá crea que es inmune a cualquier accidente o enfermedad, quizá crea que jamás pisará un hospital o que es inmune a todo mal físico; sin darse cuenta de que, a lo mejor, ¡ya está contagiado! o contagiada, porque también hay enfermitas, que triste.
Pienso que alguien que cuida la vida del otro, ya sea enfermera o médico, merece un gran respeto, aunque no dejo de reconocer que “hay de todo” en la viña del Señor.
Pero actuar de ésta manera tan cobarde en estos momentos, me parece algo realmente indigno de alguien que exige sus derechos... por mucho miedo que tenga.
Aprovecho este espacio para agradecer a todo el personal que presta sus servicios en el sector salud, aun en contra de éste tipo de personas y de un gobierno incapaz de actuar a la altura de la situación, será porque ellos se atienden en Houston.