En la delegación del Instituto de Seguridad Social al Servicio de los Trabajadores del Estado existe la certeza de que el encargado, Rodrigo Ramírez Rangel perdió el control ante la presencia de dos virus: el Covid-19 y el de la corrupción, imparables.

A su arribo a esa dependencia del gobierno federal que lleva como consigna “No robar, no mentir y no traicionar”, no solamente mantuvo una estructura dedicada a la petición de moches a cambio de facilitar trámites y prestaciones, sino que las alentó con la llegada de un personaje siniestro de perfil carcelario.

Se trata de Rafael Carvajal Paz, a quien en mayo de 2017, cesaron de la dirección del Centro de Reinserción Social de San Miguel, por múltiples acusaciones de haber entregado ese reclusorio al grupo delictivo de Los Zetas.

Pasó de responsable de un penal en la peor etapa de la vida pública de Puebla con un gobierno abiertamente coludido con grupos delictivos que comenzó en 2011 con el Partido Acción Nacional en el poder, a servidor público de la #4T.

El personal administrativo y médico del ISSSTE en Puebla no sólo tiene que lidiar con los brotes de Covid-19 registrados en los últimos días, y la notoria omisión del encargado Ramírez Rangel, sino también con la presencia de un sujeto que propició negocios y tráfico ilegal en la cárcel de mayor población en el estado.

Carvajal Paz es secretario particular de un delegado inexistente, ausente o incapaz de conducir las riendas de esa delegación. Él es quien trata de manera directa con proveedores y toma decisiones para la entrega de puestos clave a sus cercanos.

Es el mismo mecanismo de operación que siguió cuando tuvo a su mando del Cereso de San Miguel, en donde armó una estructura delincuencial para alentar negocios indebidos.

Según el blog ceresocom.wordpress.com en donde abunda información sobre la trayectoria del ahora servidor público federal operó con al menos dos personajes clave: Orlando Vázquez Rojas, alias Bravo 0, quien en 2015 fue designado subdirector de Seguridad y Custodia, y Fausto González Méndez, ex coordinador de grupos.

Pronto florecieron los negocios de los que no podía estar ajeno el ex secretario de Seguridad, Facundo Rosas Rosas, el mando que debió salir por la puerta trasera cuando sus subordinados fueron descubiertos en plena protección de grupos de delincuencia organizada dedicados al robo de combustibles, en 2015.

Como director del penal, Carvajal Cruz se hizo próspero empresario de giros negros: droga, prostitutas, fiestas privadas, protección, alcohol, x-box y hasta productos como Coca Cola y Sabritas. 

Nadie en la delegación del ISSSTE, una institución pública que difícilmente produce noticias de alto impacto, tiene la certeza del padrinazgo que hizo el milagro de convertir a un perfil carcelario en secretario particular del inexistente delegado.

Lo único que tienen claro es que desde su arribo han incrementado las quejas de maltrato laboral en contra del personal y derechohabientes.

¿De verdad no tenía conocimiento el coordinador de delegaciones federales que un personaje como el de Carvajal Paz significaba un negativo significativo para un gobierno que presume que se ha terminado la corrupción?

En el sótano...

El ingeniero Jesús Luévano Escalona envió una carta aclaratoria sobre la columna publicada cuyo título era: Mario Marín y Jesús Luévano, la historia detrás de la fotografía.

Intenta desacreditar lo expuesto en esa entrega y argumenta haber sido perseguido por el morenovallismo y ahora dice apoyar el trabajo del gobernador Miguel Barbosa.

Resulta curioso porque en junio de 2018 dijo en una entrevista que Barbosa no era un candidato viable para el estado de Puebla.

“...no ha representado la voluntad de las instituciones, ni de la militancia de Morena (...) por tal motivo he tomado la decisión: no apoyaré a Luis Miguel Barbosa, candidato a la gubernatura (...) considero que Martha Erika Alonso (+) es la opción que puede permitir sumar a un buen proyecto en Puebla (...) está representando la empatía y sensibilidad característica de las mujeres y por eso manifiesto mi total apoyo y decidido”.

¿A qué Luévano debemos creer?