¿No le parecer extraño que horas antes de las elecciones en Hidalgo y Coahuila se anuncie con bombo y platillo la detención del general Cienfuegos?
Por donde se le mire, el informe de la detención de un general del Ejército Mexicano en suelo norteamericano es una bomba que está a punto de estallar y diga lo que diga López Obrador, puede ser el inició de una guerra que no sabrá controlar.
Es el ejército quien se ha tragado su dignidad ante la moda de privilegiar los derechos humanos de los delincuentes, son los militares quienes se parten el lomo para librar la guerra contra el narcotráfico que no ha parado desde hace más de 13 años, son los castrenses quienes salvan personas, limpian calles y alimentan a la población en los casos de desastres naturales, y son también ellos quienes tienen las armas y la lealtad a la nación.
El anuncio de la detención de uno de sus mandos, sea como sea, generará en las filas de los uniformados un descontento de dimensiones aún desconocidas y mucho me temo que por el carácter del presidente, AMLO esté dispuesto a llevar al grado de la polarización y el caos para intentar alzarse, una vez más, como el salvador que no es.
El riesgo es mayúsculo, porque hoy en día la milicia ya se siente herida, no sólo porque los han convertido en albañiles, que se encargan de construir los caprichos del tlatoani o a realizar tareas de seguridad como el cuidado de los puertos, escoltar pipas y evitar tomas clandestinas de los ductos de Pemex.
Acostumbrado al caos y a polarizar, Andrés Manuel se presenta como un verdadero riesgo para los mexicanos previo al mensaje que emita en las próximas horas.
Y antes de que lo pronuncie, sería bueno que el propio López Obrador revise ¿quiénes eran los subordinados y los mandos superiores del general retirado en los últimos 12 años?, ¿En dónde se encuentran ahora esos militares? Sin duda esos datos le servirían para evitar que sus palabras terminen por prender la delicada mecha en las filas castrenses.
Responsabilizar, desde las redes sociales, a otras instituciones –en este caso a la DEA- por la detención del general Salvador Cienfuegos es el sello de este sexenio.
¿De verdad la relación con Estados Unidos es tan distante que los americanos son capaces de realizar toda una operación para detener a un militar de ese nivel sin avisar a su contraparte mexicana?
Trump dispara sus últimos cartuchos
Esta, la primera vez que un exsecretario de la Defensa Nacional es detenido en Estados Unidos acusado de narcotráfico, es un botín para Donald Trump, quien en tres semanas estará peleando la reelección. Hasta la fecha, el mandatario se encuentra once puntos debajo de su opositor demócrata, Joseph Biden.
Para el actual mandatario de Estados Unidos, la acusación, no probada aún, de narcotráfico y asociación delictuosa contra Cienfuegos Zepeda servirá de pretexto para insistir en la colocación de un muro en la frontera con México y el endurecimiento de las políticas migratorias.
Una vez más el incendiario discurso, del homólogo de López Obrador, reiterará que los mexicanos somos unos criminales y violadores; formula que ya le resultó funcional para hacerse de la Casa Blanca.
A la distancia, resulta muy difícil imaginar que en la reunión de julio pasado entre Andrés Manuel López Obrador y Donald Trump, el tema de la “Operación Padrino” no se haya abordado. ¿Acordaron ambos mandatarios que esta era la mejor fecha para realizar la detención?