Lo ocurrido el pasado martes en el Congreso del Estado, cuando un grupo de mujeres pro aborto ingresaron al recinto, va más allá de un mero movimiento feminista, es la muestra de que la guerra en Morena ya comenzó y será despiadada.

La joya de la corona, la candidatura a la presidencia municipal de Puebla será disputada con todo por dos grupos guindas que amenazan con volcar todas sus energías de manera frontal y por debajo del agua.

Hasta el momento hay dos grupos visibles y aunque más adelante otros se sumen, lo previsible es que terminen por declinar a favor de cualquiera de las fuerzas iniciales. Una de ellas está conformada por Claudia Rivera y Rodrigo Abdala; en la otra esquina están los diputados locales: Gabriel Biestro, Nora Merino, Vianey García y Tonantzin Fernández.

Regresemos al martes. Durante la sesión del Congreso, Paola Ruiz García, diputada por Morena, presentó un exhorto para que el Ayuntamiento de la capital sincronice los semáforos. Ya de paso el recién estrenado diputado Rodolfo Huerta, lanzó críticas por los baches en la ciudad y en general el mal estado de las calles. Responsabilidades que no ha logrado atender Claudia Rivera.

 

En el colofón de ese ataque, Acción Nacional busca sacar raja política, fortalecer un discurso de oposición y Mónica Rodríguez aprovechó el momento para atacar a la alcaldesa. El exhorto se aprobó por mayoría y fue dirigido como dardo envenenado al ayuntamiento capitalino.

Unas horas más tarde, el grupo político que encabeza Rivera Vivanco acusó de recibido y reviró el golpe. Fuera de su horario laboral llegó al Congreso, a la casa de Biestro y las diputadas que lo secundan. Ahí respaldó a las mujeres que exigían que se atendiera la despenalización del aborto, una demanda que como ayer escribí, ha postergado por dos años el presidente del Congreso.

 

La reacción de Biestro, como también lo narré, resultó un bumerán para el hombre que sueña con hacerse de la candidatura y suceder a Rivera Vivanco en el Palacio Municipal; ordenar el cierre de las puertas del Congreso y no dar la cara a las mujeres que exigían un derecho, le costó políticamente la primera batalla.

Claudia Rivera se apuntó el primer tanto. A las puertas del Congreso criticó y exhibió a sus compañeros de partido, que por más de izquierda que dicen ser, no actúan en consecuencia.
Con pañuelo verde, la diputada Estefanía Rodríguez Sandoval, quien presentó la iniciativa que busca despenalizar el aborto en Puebla, secundó a la alcaldesa y respaldó al contingente de mujeres que tomó el Congreso y acampó afuera del Poder Legislativo.

 

 


Tras el golpe, mediático principalmente, ayer Nora Merino, quien llegó al Congreso bajo las siglas del PES y debido a la ola lopezobradorista, descalificó a las morenistas Claudia Rivera y Estefanía Rodríguez. De ésta última señaló la baja productividad y los malos resultados como presidenta de la Comisión de Derechos Humanos, acusaciones irrefutables.

 

La mujer que tuvo que pedir perdón tras ser cachada en una covidfiesta en Acapulco también arremetió contra Rivera Vivanco a quien le pidió recibir a los presidentes de las juntas auxiliares y a los comerciantes formales.

En éste contexto hay que advertir una alianza entre Claudia Rivera y Rodrigo Abdala. El superdelegado no ha dejado de operar políticamente, su oficina de la 7 Poniente y 3 Sur, a la vuelta del Congreso, siempre tiene gente y por si faltaba una liga, la persona que lo representa en el Congreso es precisamente Estefanía Rodríguez, quien era capturista en su casa de campaña en 2018, antes de hacerse de la candidatura a diputada local, por el tema de paridad de género.

 


Al parecer el juego de esta dupla (Rivera-Abdala) consiste en tener dos velas prendidas. Si el partido decide que por cuestión de género la candidatura capitalina sea para una mujer, se impulsará la reelección; si por el contrario apuestan por un hombre, se utilizará la estructura para ir con el sobrino político de Manuel Bartlett.

El bloque del Congreso

La otra alianza, la de Gabriel Biestro, está amarrada principalmente con Nora Merino Escamilla que ha controlado las últimas sesiones en el pleno. A ellos se suman Vianey García Romero, Tonantzin Fernández y varios liderazgos que mantiene el presidente del Congreso de cuando fue presidente estatal de Morena. 

 

Este bloque de diputados ha cuidado hasta el mínimo detalle para mantener el control de la Mesa Directiva, tanto así que impidió que Mónica Lara se quedara con la presidencia, al ser una diputada vinculada a Fernando Manzanilla.

 

El riesgo guinda

El problema en Morena es que sigue operando como Movimiento y no como partido; no se está alcanzando la institucionalidad y los distintos actores comienzan a actuar como caudillos, algo parecido a lo que hizo su líder nacional Andrés Manuel.

En una guerra lamentablemente siempre hay bajas. Habrá que ver quiénes son los que quedan fuera y cuántos daños causarán las heridas.

Mientras tanto, la oposición lejos de capitalizar esta guerra de guerritas, se entretiene viendo el pleito de ambas fracciones.