En plena pandemia, justo cuando cada peso del erario podría destinarse a la compra de vacunas contra el Covid, el equipamiento de hospitales, apoyo a las micros y pequeñas empresas o al combate a la inseguridad; nuestros “empáticos” partidos políticos nos demuestran, una vez más, que el poder y el dinero son sus verdaderas prioridades.
BEl pasado viernes, el Instituto Electoral del Estado avaló la distribución de recursos públicos para los partidos políticos en 2021. En total los 13 institutos, tres de ellos de reciente creación, dilapidarán más de 347 millones de pesos.
Morena se despacha con 93 melones
Morena será quien se lleve la mayor rebanada del pastel y podrá mal gastar el próximo año 93 millones 446 mil 757 pesos, una cifra que contrasta enormemente con quienes logren brincar todas las trabas y se conviertan en candidatas o candidatos independientes.
Aunque mucho se empeñaron en decir que “no eran lo mismo” y que donarían la mitad de sus prerrogativas para demostrar que en el Movimiento Regeneración Nacional lo importante no es lucrar con las elecciones, se antoja difícil que los representantes de Morena decidan renunciar a una parte de sus recursos y más si estos provienen del “pueblo sabio y bueno”.
En números redondos, en la otra esquina del ring electoral, los partidos PRI, PAN y PRD dispondrán de 62, 50 y 17 millones de pesos respectivamente.
Los nuevos partidos políticos demostraron que sus franquicias pueden ser medianamente rentables. De manera legal el PES, Redes Sociales Progresistas y Fuerza Social por México contarán con casi 7 millones de pesos para sus actividades en 2021.
Lo peor de este sistema de distribución de recursos es que no se impulsan ni se respaldan las intenciones ciudadanas para arrebatarles el poder a los políticos. Las y los candidatos independientes, más allá de las firmas que deben juntar en tiempo record, tendrán que luchar por el voto de los ciudadanos sin prácticamente ningún recurso, en el mejor de los casos contarán con un millón y medio de pesos.
Gobernar junto al Coronavirus
Desde que Miguel Barbosa se postuló para ser gobernador de Puebla sabía que su administración no sería fácil, que el desmantelamiento de las instituciones, la corrupción enquistada y las deudas heredadas; serían una losa con la cual tendría que cargar para poder arrancar su gobierno.
Lo que Barbosa no pudo imaginar, ni ningún otro mandatario del país, es que este año se enfrentaría a una pandemia que además de mermar la salud de los poblanos, amenazaba con quebrarlos financieramente.
El manejo de la pandemia en Puebla ha sido, —después de un arranque con tropiezos— uno de los aciertos de este gobierno que con su particular estilo ha sabido mantenerse firme y emitir disposiciones oficiales para evitar el colapso hospitalario, a la par de buscar alternativas para mantener a flote la economía del estado.
Es cierto que falta mucho por hacer, pero hasta este diciembre, el corte de caja arroja un saldo favorable que no podemos regatear.
Después de la pandemia ya vendrán las exigencias en materia de seguridad e infraestructura, las cuáles serán un reto para reponer el tiempo perdido por el maldito Coronavirus.
Y para ese entonces, veremos y diremos.
Van 3 semanas y contando
Este lunes las autoridades, los representantes universitarios y los diputados locales tienen una nueva cita con los colectivos feministas que mantienen tomado el Congreso del Estado en demanda de acciones a favor de las mujeres como la despenalización del aborto y estrategias para erradicar la violencia y los feminicidios en Puebla.
La primera en confirmar su asistencia fue la alcaldesa, Claudia Rivera, quien desde que las chicas de los pañuelos verdes se apostaron en el Palacio Legislativo ha mostrado su sororidad; en contraste Biestro, el presidente del Congreso ha sido renuente y ha postergado en más de una ocasión las reuniones pretextando tener temas más importantes en su agenda.
Si bien desde este espacio hemos respaldado las acciones de empoderamiento de las colectivas, también me gustaría señalar que la posada realizada el sábado por la noche, con piñatas y canticos bastante originales, me pareció una imprudencia y un desatino. La situación de los contagios por covid no es menor y las reuniones o fiestas en estos momentos pueden ser altamente riesgosas.