Lo que no han hecho operativos políticos, linchamientos o endurecimiento de penas, lo está haciendo la pandemia del coronavirus, que tiene arrodillados tanto a delincuentes como a policías.

Pese a que en este momento es difícil o mejor dicho imposible, tener acceso a las estadísticas delictivas, tan solo ver las calles después de las 6 de la tarde, uno se da cuenta que mucha gente ya están en sus casas.

Usted debe notar que los asaltos más fuertes que se han dado en estos días son durante la madrugada, de 6 horas hasta las 15 o 16, entre las que se encuentran el transporte público y el comercio como principales afectados.

En la ciudad de Puebla disminuyeron los homicidios, ya dejaron de ser tan cotidianos los cuerpos mutilados, además de que también disminuyeron las agresiones con arma blanca y arma de fuego.

Y todo esto no hubiera ocurrido si no es por el coronavirus que no le tiene respeto a nadie, que no sabe ni de sana distancia, ni de cubre bocas y que día a día está cobrando víctimas, donde sea.

Ya hay reportes de personas que van caminando y de repente caen muertos y luego nadie los quiere levantar, ni la misma Fiscalía.

Los malandros con credencial

Solo los malandros, que se escudan bajo credenciales de policía no entienden que deben de guardar la sana distancia con la población civil.

Se les olvida, nadie les ha avisado o les vale, que quien les pagaba por debajo del agua, Martin Juárez, líder de la organización de comerciantes informales 11 de marzo, ya fue detenido bajo cargos penales delicados y que su hijo El Caníbal, ya calienta banca desde el Penal de Tepexi de Rodríguez.

Y siguen amedrentando a comerciantes que están más ocupados en correr a los inspectores del Ayuntamiento, porque no los dejan trabajar, que en estar proporcionando información o traicionando a sus líderes.

O una de dos, o los seudo policías de inteligencia ya tienen otro jefe y en sus tiempos libres se dedican al abuso, extorsión y amenazas o ya hay otro jefe que les pone dinero en las manos para que lo ayuden a apoderarse de las calles del centro de Puebla.

Sea cual fuere estos personajes no le tienen miedo al Covid-19, a sus verdaderos jefes y a la justicia y en cualquier momento van a ser llamados a cuentas.

Nos vemos cuando nos veamos.
Pero con sana distancia
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