No será nada fácil limpiar la imagen del partido de Andrés Manuel. Y menos cuando ahora sus escándalos no son de corrupción, autoritarismo, incapacidad o intransigencia. A Morena la manchan los señalamientos de violación, abusos sexuales contra niños y acosos contra mujeres.

En el caso que atañe a Puebla, son tres las denuncias que hasta el momento existen en contra del diputado Saúl Huerta. Esta pesada losa es la que tendrán que arrastrar los candidatos lopezobradoristas durante toda la campaña, hasta el día de la elección.

Aunque usted no lo crea, hasta este lunes, Saúl Huerta continúa oficialmente como diputado y con el fuero que le permitió abandonar el Ministerio Público, después de ser detenido en un hotel de la Ciudad de México.

Lo que sí ha cambiado diametralmente en las últimas horas ha sido el discurso de Ignacio Mier, el poblano y coordinador de los diputados de Morena en San Lázaro, que pasó de ser el defensor número uno a verdugo.

El jueves pasado Nacho Mier insistió en que el abuso sexual cometido por su homologo se había realizado en un horario no laboral y que por lo tanto no se pronunciaría en contra de lo que llamó “su vida personal”.

Como si para abusar o violar hubiera sitios y horarios de tolerancia.

Ayer domingo, el mismo Nacho Mier informó en un tuit que tras el jalón de orejas de la Comisión Nacional de Honor y Justicia, su bancada votó para expulsar (o mantener) a Saúl Huerta en sus filas y ¡oh sorpresa!

De acuerdo con el tuit del propio Ignacio Mier hubo levantadedos del partido de AMLO que votaron a favor de que el repudiado Huerta Corona se mantuviera en la bancada de Morena. ¿Cómo es eso posible? ¿Quién en su sano juicio quiere a un diputado con tal descrédito entre sus filas? O peor aún ¿Cuántos de los que votaron a favor de la permanencia le deben favores o lealtad al hombre acusado, hasta el momento, por tres jóvenes? ¿Cuántos de ellos sabían de sus abusos sexuales y decidieron dirigir sus miradas para otro lado?

El caso Huerta aún tiene mucha tela de dónde cortar, sin duda cada paso en falso que dan los líderes de Morena hunden más y más al partido y claro, al Presidente López Obrador, que de moral ya vimos que no tiene nada.

Además están los casos de Félix Salgado Macedonio, acusado de violar a mujeres o los múltiples videos en los que se observa a David Monreal nalguear a una candidata, quien después tuvo que salir a decir que jamás fue violentada.

Sin llegar a los extremos de las declaraciones de Marko Cortés, pero en el imaginario colectivo se comienza a instalar la idea de que algunos de los integrantes y candidatos del Movimiento Regeneración Nacional son abusadores, un peligro que YSQ está dispuesto a correr antes que recular en sus imposiciones.

Mujeres bajo asedio

Hubo un tiempo en el que se dijo que el fútbol movía los hilos del país. Aunque claramente ya no son esos años, el balompié mexicanos continúa como un espejo de nuestra sociedad.

En el partido entre La Franja y los Pumas dos momentos retrataron la violencia del país y el acoso que sufren las mujeres.

En su reapertura, el Cuauhtémoc se encontraba a un tercio de su capacidad pero esa sana distancia no evitó que en las gradas se registrará una batalla campal.

Altamente criticada y repudiada.

La agresión entre hombres y mujeres, nos refleja esa violencia a la que estamos expuestos todos los días y de la que nuestra intolerancia, muchas veces nos hace partícipes.

Hubo otro momento igual o hasta más bochornoso. Mientras una reportera realizaba una transmisión en vivo, un acosador le plantó un beso en la mejilla sin que ella pudiera meter ni las manos.

En su tuit, la reportera de Canal 13 Puebla, Montserrat Gómez, apuntó con mayúsculas: “YO ESTABA TRABAJANDO”.

Y es verdad, el sujeto que sin cubrebocas y sin el consentimiento de la joven decide besarle la mejilla simplemente no tenía derecho de violentarla.

Está claro que superar la violencia en México es una tarea que ni siquiera hemos comenzado.