Ayer el gobernador Miguel Barbosa comentó que existe la posibilidad de que la famosa Estrella de Puebla se mantenga para siempre en la zona de Angelópolis.
La declaración sobre el capricho morenovallista no es menor.
Seguramente antes de la declaración, Barbosa realizó números y se dio cuenta que cambiarla de ubicación resultaría inviable por el excesivo costo que representaría.
Desde que la famosa noria se anunció, en Intolerancia Diario denunciamos que eso de “itinerante” era una tomada de pelo, que la ruedota morenovallista no cambiaría de sitio en ese sexenio y por lo visto, nunca.
El decir que la Estrella de Puebla era “portátil” sirvió solamente, como la mayoría de las cosas en ese sexenio, para la foto. Sí para lograr un premio Guinness que la reconociera como la rueda “itinerante” más grande del mundo.
Los gastos de cimentación, colocación, flete, logística, traslado e instalación eléctrica, hacen prácticamente imposible el cambio de ubicación de la “atracción turística”.
Así es, la Estrella de Puebla jamás fue portátil como tanto pregonaron los morenovallistas cuando presumieron que era la norias más grande del mundo pero… de las itinerantes.
Al respecto, retomó una columna que en su momento, hace casi ocho años, escribí sobre la absurda presunción de un premio Guinness.
Contracara
2 de agosto 2020
De las mentiras a las verdades de Puebla
“Con el afán de ganar espacios mediáticos, la administración morenovallista se ha encargado de anunciar con bombos y platillos diversas mentiras que han venido cayendo por su propio peso.
De manera descarada, el Señor de los Cerros anunció que la rueda de la fortuna, a la que bautizó como la Estrella de Puebla, era la más grande del mundo, cuando sabemos que existen muchas otras con dimensiones mayores al armatoste colocado en Angelópolis.
La trampa —como ya todos sabemos— radicó en contratar a Record Guinness para que certificara que es la más grande del mundo, pero de las portátiles.
Es decir, para nuestra ruedota dejaron de ser competencia las ruedas gigantes como la de Londres, la cual duplica el diámetro y capacidad de la de Puebla; pasando a una división distinta, donde se encuentran todas las ruedas de pueblo, incluidas las de Atracciones Chavero y la de la kermés del Carmen.
En ese rubro, siéntanse orgullosos porque la Estrella de Puebla es, sin lugar a dudas, la más grande del mundo.
Comparativamente, es como decir que Valsequillo es el lago más grande del mundo, y explicar con letras chiquitas que sólo entre los que están altamente contaminados.
Con base en esa marca mundial, el gobierno de Puebla encontró infinidad de incautos e incautas, entre éstos a Guadalupe Loaeza, quien dedicó toda una crónica para adular a nuestro “visionario” gobernador por haber logrado semejante hazaña.
De ahí que el gasto de 400 millones de pesos esté plenamente justificado, porque por un Record Guinness bien vale gastar una fortuna.
Y aquí es en donde crece mi indignación.
Si de verdad Moreno Valle quería obtener el reconocimiento de una marca mundial para Puebla, ¿acaso no podía buscar algo verdaderamente majestuoso de lo que podamos sentirnos orgullosos?
Ese es el problema de quienes basan su poblanidad en un mero accidente en la ruta de una cigüeña.
Bastaba con poner los ojos en Cholula para recordar que los poblanos contamos con el basamento piramidal más grande del mundo.
Hay que recordar que la base de la gran pirámide de Cholula, o Tlachihualtépetl (del náhuatl “cerro hecho a mano”), tiene 400 metros por cada lado…
¿Tienen ustedes una idea de lo que se podría hacer con 400 millones en una ciudad como Cholula?
La respuesta es obvia, y seguramente al lector le indigna tanto como a mí.
Por lo pronto, como poblano que soy, seguiré presumiendo nuestra pirámide y todo nuestro legado ancestral, antes que engañar a nuestros visitantes con un récord patito.”
No había que ser un genio o adivino para saber que esa rueda jamás se movería. Y que conste que se los dije.