La renovación del gobierno en Tlaxcala incluye la esperanza de que ahora sí se concreten los proyectos colindantes que históricamente se han quedado en el tintero.

Con la llegada de Lorena Cuéllar se espera que las relaciones entre Puebla y Tlaxcala se fortalezcan y con ello, los que realmente ganen sean los ciudadanos. Por ejemplo, en el saneamiento de las cuencas que compartimos, un problema que administraciones anteriores han dejado pasar y en el que sólo han simulado atender, mientras la contaminación y peste de los afluentes son fuente de infecciones y contaminación.

Más allá de sus filias partidistas, tanto Barbosa como Cuéllar comparten objetivos comunes como fortalecer la seguridad en sus territorios y obviamente para lograrlo, necesitarán convenios de colaboración entre ambas entidades para evitar que los delincuentes intenten burlar la ley, brincando los límites territoriales entre Puebla y Tlaxcala.

De esa coordinación, dependerá que podamos aspirar a que se blinden las “fronteras” y así evitar que los grupos del crimen organizado de otros estados se internen y afiancen en estas dos plazas.

Turismo, economía, educación y hasta desarrollo urbano son otros de los tópicos que bien podrían beneficiar tanto a los tlaxcaltecas como a los poblanos.

Recordemos que muchas de las empresas proveedoras que surten a Audi se encuentran instaladas en Tlaxcala y que a su vez, gran parte del comercio de Puebla se realiza en el estado vecino.

Así las cosas, la muy próxima llegada de Lorena Cuéllar al gobierno de Tlaxcala trae esperanzas de buenos tiempos para los dos estados.

El peligroso capricho del regreso a clases

Ante la amenaza de AMLO de que llueva, truene o relampaguee, los niños regresarán a clases el 30 de agosto, muchos temas continúan en el tintero.

Más allá de las frases totalitarias e inconscientes sobre que cada familia decidirá si manda o no a sus hijos a las escuelas, el retorno –nada seguro- también será una barrera que aumente las desigualdades educativas en México.

Veamos.

Se prevé que a través de diversos mecanismos y cuestionarios se pueda mantener con clases a distancia a los menores que presentan comorbilidades como obesidad, diabetes, asma o alguna otra enfermedad.

Entonces tenemos que los niños “sanos” o al menos sin enfermedades aparentes, tendrán la oportunidad de regresar a los salones de clases con los beneficios de retomar las habilidades de socializar, mientras que los “gorditos” se mantendrán con el sistema actual de enseñanza y las afectaciones que bien se han documentado.

Si este proyecto fuera sólo por 15 días podríamos pensar en que los daños serían menores, pero siendo realistas y a juzgar por los más de 20 mil contagios que se presentaron en el país en las últimas 24 horas, la realidad es que podría pasar todo un ciclo escolar con estas enormes diferencias.

Y para rematar el absurdo, habrá que rezar para que los “gorditos” sean hijos únicos, porque de lo contrario, serán sus hermanitos los que terminen contagiándolos.

Así es como el reto de entregar una educación que permita la movilidad social, se antoja casi imposible.

Se trata de uno de los muchos temas que las autoridades federales han obviado en este absurdo proyecto de regresar a clases en medio de la tercera ola de esta maldita pandemia.