Quiubo, banda intolerante. Como ya se la saben, aquí les viene su héroe de barrio que les trae la información más certera del pancracio político de Puebla.

Así que agárrense, porque me les vengo. Y conste que no les aviso dos veces.

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De qué tamaño será la cola de los presis municipales a los que se les vence su reinado, que ellos solitos ya se la andan pisando, y no es albur, sino la meritita verdad.

Y si no me creen pregúntenle al desvergonzado alcalde de Honey, Ángel López Cabrera, quien fue detenido por doña justicia el viernes pasado en Santiago Tulantepec, Hidalgo.

Así como la ven, este Angelito circulaba en su troca con un melón de pesos en efectivo y armas de fuego, de las que no pudo comprobar su origen.

Aunque juró y perjuró que tanta lana era pa’ los damnificados de Grace. Entre peras o manzanas, la neta es que en Hidalgo la chota lo trató como visitante distinguido, tanto que fue boletinado a los cuatro vientos.

¡Toda una chulada de autoridá! Y el espectáculo ni se diga. Vivir sus dos minutos de fama nacional siendo exhibido de esa manera.

Pero eso no es todo, mis valedores, porque cuando ya nos habíamos indignado, resulta que apenas iniciando la semana le cayó la voladora también al edil de Tepatlaxco, Calixto González Montero.

Pasumecha, ya solitos caen como patos en temporada de caza. Ni la burla perdonan, banda, cuando están a nada de bajar la cortina en sus ayuntamientos.

Si bien trascendió que al bonachón de Calixto lo pescaron elementos ministeriales por presunto abuso de autoridá, el panorama no le pinta nada bien porque fue llevado al C5 en lo que se define su situación legal.

Habrá que estar pendientes porque de esa madeja seguro vendrán más hilos negros, y que a nadie espante si van cayendo personajes de este calibre manchados por sus propias historias.

Imaginen, carnalitos, si es como versa el dicho “uno cosecha lo que siembra”, de qué tamaño habrán estado de chuecas las cosas en aquellos municipios.

Lo bueno es que ya les tienen el ojo bien puesto, y de éstas no la librarán tan fácil; lo malo, es que “a palo dado, ni Dios lo quita”.

Ojalá que los nuevos alcaldes aprendan algo de tan desdichados ejemplos y se comporten a la altura política que Puebla requiere en los siguientes tres años.

Sobres, banda, ¡ahí la vemos!