A cinco días de que se realice la elección para la presidenta estatal del PAN, la contienda continúa con sorpresas que si bien hacen pensar que el resultado es de pronóstico reservado, es un hecho que las tendencias parecen cambiar el rumbo de la votación.
Anoche, Jesús Morales decidió darle la espalda a Genoveva Huerta y apoyar a Augusta Díaz de Rivera, en una determinación qué evidentemente pasó por las manos y la operación del alcalde Eduardo Rivera.
Este abandono, no es el primero ni el único. Es el reflejo y resultado de decisiones o imposiciones que llegaron desde el CEN panista, aunado a la fortaleza política que ha ganado el alcalde de la capital.
La salida de Chucho Morales no fue tersa, como consta en los tuits y sus respuestas.
Ante el mensaje: “Siguiendo mis principios y mis ideales dentro de #AcciónNacional, otorgo mi respaldo a @Augustadrh para que sea nuestra dirigente en el @PANPUEBLA. Sé que estamos en el camino correcto que nos llevará a fortalecernos como partido. #UnidosPodemosTodo”, la respuesta del equipo de comunicación de Genoveva fue lacónica: “@JesusMoralesRdz ahora las traiciones las llaman principios, el mundo al revés… En esta interna del PAN me siento en Los Juegos del Hambre”.
Así de fracturados están en un partido, que quieran o no reconocerlo, quedó a la deriva desde que Rafael Moreno Valle lo adquirió como franquicia, primero desterrando a los panistas de “toda la vida” y después, a su muerte, dejando al blanquiazul sin verdaderos líderes que logren aglutinar las diferentes corrientes de panistas.
Además del orgullo, qué tan profunda será la herida que deja Chucho Morales y cuántos votos cambiarán de bando por esta decisión, es algo difícil de prever, lo cierto es que el día de campo que pensó Genoveva que tendría cuando una decisión “de género” la puso en la antesala de la reelección, comienza a presentar oscuros nubarrones.
¿Devolverán el golpe? ¿O lograrán sumar a su campaña a algún integrante de “la sagrada familia”?
El show del tricolor debe continuar
Después de que se lanzaron fuertes acusaciones, de que uno se dijo herido y el otro lo acusó de traidor, ayer Enrique Doger y Jorge Estefan Chidiac se sentaron a la mesa como alegres compadres.
Felices y aparentemente desmemoriados, los dos políticos con los colmillos bastante retorcidos, coincidieron en que en este momento lo que más les conviene es estar unidos.
De ahí a que hayan dado vuelta a la página, hay un enorme trecho, aunque por el momento ni uno ni otro haya descalificado el boletín en el que a ambos los califican de “leales”.
La postal, para no desentonar, tuvo como testigo de honor a Néstor Camarillo quien sonriente entre los dos políticos piensa que se apuntó una victoria.
¿Cuánto tiempo pasará antes de que Doger y Estefan vuelvan a escenificar un show político?
Veremos y diremos.