Si quieres que algo jamás se esclarezca en México crea una Comisión Especial, reza un viejo dicho acuñado entre los políticos y que estaría encontrando espacio en el Instituto Electoral del Estado.
Ayer, después de tres años, el IEE por fin consideró importante revisar los señalamientos sobre el presunto fraude electoral de 2018, en el que presuntamente se habrían alterado actas o paquetes electorales para favorecer a Martha Erika Alonso, antes del conteo voto por voto.
La investigación, por demás necesaria, difícilmente arrojará luces o denunciará a los posibles responsables por lo que desde ahora le adelanto que además de un gasto, será la novatada de los tres nuevos consejeros: Susana Rivas Vera, Juan Carlos Rodríguez López y Miguel Ángel Bonilla Zarrazaga.
Y le explico por qué considero que esta comisión no podrá resolver absolutamente nada.
Para nadie es un secreto que dos de los tres nuevos consejeros no son bien vistos entre sus pares, principalmente porque se duda que sus conocimientos electorales sean lo suficientemente bastos para ocupar los puestos que hoy y durante siete años tendrán.
Con ese contexto será imposible que se atrevan a señalar a sus pares como responsables de un delito electoral y de solapar el cambio o alteración de paquetes electorales.
Además, será interesante conocer cuáles son los elementos probatorios que usarían para sustentar la comisión de delitos.
Sea como sea, el final es un despropósito.
¿Qué caso tendría a estas alturas determinar el fraude de una elección, si al final Barbosa ya es gobernador y la acusada de robarla está muerta?
¿Podrán con todo?
La Comisión Especial para la Atención sobre Denuncias por Presuntas Faltas Administrativas, que además de los tres citados incluye a Evangelina Mendoza Corona, también deberá encontrar y en su caso sancionar a los responsables de fallos tan delicados como el de San Martín Texmelucan, donde un error en la impresión de las sábanas llevó la elección municipal hasta los tribunales.
Estas tareas encomendadas “a los nuevos” deberán realizarlas a la par de las elecciones extraordinarias que se llevarán a cabo en los próximos meses.
¿Serán capaces de salir avantes de tan delicadas encomiendas o le darán la razón a quienes desconfiaron de sus capacidades para llevar la responsabilidad de dirigir las elecciones?
La duda es seria porque serán ellos mismos quienes participen en 2024 cuando un mar de candidatos busquen su reelección y otro tanto intente llegar a un cargo de elección popular.
Sin temor a equivocarme, el final de esta comisión es la historia de un fracaso anunciado.
Ya lo verán.