El medio político, especialmente el poblano, sufre terriblemente al ver los éxitos de antecesores; de ahí parte ese afán de tapizar las cosas con el nuevo logo o la reinauguración innecesaria. Ejemplos hay muchos, pero las excepciones son más interesantes. Uno de ellos fue el festival de mentes brillantes, La Ciudad de las Ideas (CDI).
Haber sobrevivido de Marín hacia Moreno Valle, cruzando todos los periplos hasta el inicio de Barbosa fue una hazaña loable. Sacudirse a su fundador Andrés Roemer pareció ya ser insuperable.
Con más de 60 denuncias por acoso sexual, orden de aprensión, fugado en Israel y con descrédito generalizado; las gestiones de Roemer con Barbosa preservar el festival a inicio de administración expiraron.
CDI tuvo renombre bien ganado. Aunque acusado de oneroso y elitista, el evento sin duda atraía pensadores, filósofos e intelectuales. Innegable es también que era un escaparate para el segundo hombre más rico de México y su corporativo, Grupo Salinas de Ricardo Salinas.
TV Azteca, Elektra, Banco Azteca, Italika y Totalplay son algunas de las empresas más reconocibles, con apéndices secundarios, algunos más nobles que otros.
Están sociedades civiles, como las Orquestas Infantiles y Juveniles Azteca, que han devorado más de dos mil millones de presupuestos federales y estatales en educación. La intención puede ser buena, pero es una fundación privada que recibe una miseria de presupuesto del propio Salinas.
Otros son garrotes suaves, como los equipos de futbol Mazatlán F.C. y el manoseado Puebla F.C. Este último escaparate de la superapp Baz, que requiere su propio espacio.
Todo esto va a la renovación de la CDI en un nuevo contexto postCOVID y postRoemer.
Con el meloso nombre de Ecos de la Cumbre, Ricardo Salinas buscó desde el año pasado posicionar un evento dónde las ideas se transforman en innovación.
El evento tuvo como invitados a la ahora diputada morenista Patricia Armendáriz, exsharktank e incontinente verbal, el creador de un endulzante en base a olote de maíz, o el poblano subsecretario de transparencia y gobierno digital, Jesús Ramírez Díaz.
Para 2021 el ahora diabéticamente llamado Ecos de la Cumbre de Emprendimiento e Innovación Social buscará ir llenando el hueco de la CDI.
Respaldado por el gobierno de estado y la embajada del Reino Unido tendremos que ver si la fermentación de un nuevo homúnculo le sale a Ricardo Salinas.
Ciencia a lo Poniatowska
El Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica (INAOE) es un centro de investigación parte del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT), su sede se encuentra en Puebla en Santa María Tonantzintla de San Andrés Cholula.
Su aniversario por medio siglo de existencia se vio soberbiamente engalanado con la presencia de la escritora y periodista Elena Poniatowska y la entrega de su doctorado honoris causa el sábado pasado.
La trayectoria de Poniatowska habla individualmente, pero su relación conyugal con Guillermo Haro Barraza la une sentimentalmente el centro de investigación, esto ya que su esposo fue uno de los fundadores del INAOE. El Observatorio Astrofísico Nacional de Tonantzintla y el establecimiento de un ecosistema intelectualmente curioso fue su legado a Puebla.
Nombres como José Luis Alva, Luis Enrique Erro o Luis Rivera Terrazas son estrellas fulgurantes en un firmamento poblano que está necesitado de inspiraciones humanas y científicas. Estamos parados en hombros de estos gigantes.
El austericidio a la ciencia nacional ya no debe ser problema de Poniatowska, quien con mucho pesar ha denunciado las traiciones de la 4T, pero del resto de la sociedad académica y civil de este país.
Y, aun así, pese a la edad, la señora da lecciones ante la adversidad.
Su casa en CDMX fue robada mientras salía a festejar el honoris causa, la literatura la rodea por todos lados, a lo que solo apuntó “el ladrón no se llevó ni un solo libro, eso me da mucha tristeza”. La tristeza es de todos.