Mucho se escribirá sobre la ejecución de la abogada Cecilia Monzón, al igual que de la detención de Arturo Rueda.

Respecto al primer tema, no habrá palabras suficientes para expresar la indignación e impotencia de una sociedad harta de ver cómo matan indiscriminadamente a mujeres y hombres.

El caso crecerá entre una sociedad indignada, sabedora de que la posibilidad de que se encarpete el caso y nunca se haga justicia es muy alta; y crecerá en la medida de que pasen los días sin que se avance en las investigaciones.

¿Quién mató a Cecilia?

No es fácil encontrar una línea de investigación, cuando la víctima se caracterizó por ser una incansable defensora de las causas más difíciles.

Cecilia lo mismo peleó por defender mujeres víctimas de la violencia, que litigó casos contra importantes empresarios y lo mismo hizo con sus temas personales.

Con razón o sin ella, Cecilia Monzón era una guerrera, que se ganó el respeto y agradecimiento de muchos, al igual que sumó infinidad de enemigos.

De ahí que no resulte sencillo encontrar una línea clara que lleve a encontrar a los cobardes asesinos.

Por otra parte, el caso de Arturo Rueda también suena fuerte porque este personaje ha estado íntimamente ligado al escándalo.

Es su naturaleza.

Este sociópata ha manipulado a infinidad de políticos a los que llevó del encanto y la seducción, al chantaje y la extorsión.

Sin excepción, lo había hecho con todos los gobernadores, iniciando su larga carrera con Melquiades Morales.

Incluso, presumía de haberse colado al círculo cercano de Luis Miguel Barbosa, pese a los ataques desmedidos que hizo en la campaña para gobernador en la que abiertamente Cambio y su director se volcaron en favor de Martha Erika Alonso.

La arrogancia lo hizo creer que al igual que con Moreno Valle, Gali y Pacheco, podría navegar en las agitadas aguas del mar político poblano, sin que reviviera la denuncia de extorsión entablada por Jorge Estefan.

Sin embargo, la cercanía de Rueda con Ignacio Mier lo marearon hasta enloquecerlo y lo llevaron a romper el hilo que lo mantenía en libertad.

El affaire Mier-Rueda detonado la semana pasada lo desquició de tal manera, que rompió lanzas con propios y extraños, incluido el gobernador.

Sin darse cuenta, se quedó totalmente solo y hasta su compadre Nacho Mier le quitó su manto protector.

Al borde del desquicio, intentó colgarse cobardemente del asesinato de Cecilia Monzón, buscando ligar a su denunciante Jorge Estefan al caso de la abogada y activista.

Pero ya era muy tarde. La orden de aprehensión estaba en curso y fue justo el día en el que celebraría su casamiento cuando fue detenido en el departamento de Nacho Mier en la CDMX.

Y cómo bien dicen, en política no hay casualidades. Ni en la fecha ni en el lugar ni en el delito por el que fue aprehendido.

La detención de Rueda es consecuencia de años de excesos, en donde nada tiene que ver la libertad de expresión ni el ejercicio periodístico.

Está detenido por un hecho de extorsión comprobable en el video grabado en casa de Jorge Estefan.

Lo que se ve no se juzga.