Aunque el entorno agropecuario y alimentario nacional atraviesa por momentos complicados, voltear a otros rincones nos recuerda que, aunque siempre se puede estar mejor, en cualquier momento podemos ir a peor.
Tal y como buena parte del territorio mexicano, la península itálica sufre por la sequía. Un invierno particularmente seco en los Alpes se tradujo en escasas lluvias de primavera, lo que secó el río Po, que, con una longitud parecida al estado de Veracruz, entre Venecia y Turín, produce un tercio de los alimentos italianos. La falta de agua en la desembocadura ha causado que el mar Adriático avance, salando a muerte lo que toca. Los mayores perdedores al momento son los productores de queso parmesano, que no podrán alcanzar el alto estándar de la leche para producirlo.
La crisis hídrica nacional, ejemplificada en la novela de Monterrey, asola tres cuartos del país con condiciones anormalmente secas a sequías excepcionales. El huracán Blas y la tormenta tropical Celia han ayudado levemente con lluvias en la segunda quincena de junio, pero esto solo en parte del Pacífico mexicano. Morelos y la zona sur de Puebla han visto la sequía prolongarse, por ejemplo.
Rusia continúa utilizando la hambruna mundial como arma dentro del conflicto con Ucrania y el bloque occidental. Esto lo vemos desde ataques directos, como la destrucción de los graneros en el puerto de Nicolaiev en el Mar Negro, evitando la exportación de granos, hasta formas de piratería contemporánea. Aduaneros turcos detuvieron el barco ruso Zhibek Zholy, acusado de robar cuatro mil toneladas de grano ucraniano.
México lleva en junio una oleada de asaltos a las plataformas petroleras de PEMEX en Campeche, recordando que el año pasado se reportaron, oficialmente, once ataques piratas a las plataformas. Sin patas de palo, pero con AK-47s.
En Estados Unidos, pero con impactos hasta Israel, la empresa de helados Ben & Jerry's, ha demandado a su compañía matriz Unilever. ¿Sus razones? Evitar la venta de sus productos en Cisjordania, los disputados territorios ocupados en Palestina por Israel. Tras este boicot, al que se sumaron muchos otros actores privados y públicos, Unilever perdió más de 20 mil millones de dólares en cotizaciones en la bolsa.
Ben & Jerry’s, tras su venta a Unilever en el año 2000, preservó su autonomía directiva para resguardar los valores de la empresa. Esto se ve traducido en variadas acciones sociales, desde mostrar su apoyo para el juicio político a Donald Trump, hasta apoyar a nueve mil refugiados afganos establecerse en Suecia.
México tuvo el culebrón de Danesa 33, que no hace mucho se resolvió. En 1988 Nestlé compró la marca de helados, los de los cascos de fútbol americano, para mandarla al congelador diez años después y competir con sus propias marcas y nombres. Ahí pasó 20 años. En 2015 Grupo Herdez por mil millones de pesos le compra a Nestlé los derechos para explotar su división de helados por veinte años, donde en teoría estaban los derechos de Danesa 33.
Sin embargo, en el 2012 una heladería de la CDMX –Helados Vida– solicitó el uso del nombre comercial, basados en una ley que lo permitía tras tres años de una marca en desuso. Tras siete años de litigio, y escalando hasta la Suprema Corte, Herdez perdió el derecho comercial. En 2021 se anunció el “renacimiento” de la marca, pero a la fecha no ha sucedido nada.
En los Países Bajos existe una importante crispación social por las duras medidas encaminadas a reducir las emisiones de óxido nitroso con el cierre forzado de granjas y la reducción de animales, recordando que los estiércoles son una de las más potentes fuentes de este gas de efecto invernadero. Las demostraciones han tomado forma de cierre de carreteras con tractores, acarreo de vacas al parlamento y el acoso a los domicilios de representantes de la cámara. En 1672, en una gran revuelta popular, el pueblo holandés se comió al primer ministro y a su hermano. En México… afortunadamente no hemos llegado a eso, todavía.