Quizá ahora que Morena vuelve a las andadas y utiliza su famosa tómbola para inducir a través del género a sus dirigentes estatales preferidos y al mismo tiempo segregar a los no deseados, empiecen a tomar con mayor seriedad la posibilidad de que sea Beatriz Gutiérrez Müller la candidata impuesta desde Palacio Nacional, para la gubernatura de Puebla

Se los anticipé desde el 10 de enero de este año y con el caminar de los meses mi versión parece ir tomando forma

Basta con observar el activismo en redes y en medios de la “no primera dama”. 

Las recientes fotografíasclaramente posadas— con AMLO en donde parecen derramar miel no son casualidad

Tampoco es casualidad que haga viajes al extranjero Argentina y USA— en fechas emblemáticas, con la obvia representación presidencial

Y tampoco es coincidencia su protagónica presencia en eventos culturales, que tienen mayor resonancia —por encargo de Jesús Ramírez— que cualquier evento de un secretario de estado

Sin duda, a Beatriz la están inflando a toda presión para ver si logra volar lo suficiente como para ser la carta “natural” de su marido para ser la futura gobernadora de Puebla

No tardará alguno de los paleros de la mañanera en hacer la pregunta a su patrón, quien contestará con un no rotundo, pero que viniendo de López Obrador, lo rotundo durará el tiempo que se requiera para dar la maroma y decir que nunca dijo lo que dijo

En fin, mi descabellada versión empieza a dejar de serlo y parece convertirse en el maquiavélico plan del habitante de Palacio

Ya habrá oportunidad de ahondar en el tema, pero de momento, me permito transcribir un fragmento de la columna con la que arranqué este año.

Contracara  

10 de enero 2022 

AMLO y su carta oculta en Puebla  

Ahora que arranca el 2022, inicia también la cuenta regresiva rumbo a la elección de 2024, en dónde, además de la Presidencia de la República, para nosotros los poblanos, estará en juego la sucesión en Casa Aguayo. 

Repetir los nombres de los apuntados resulta ocioso, quienes se colocan en estas arenas movedizas los conocen tanto o más que a su propia familia. 

Sin embargo, durante estos días de asueto y reflexión, vino a mi mente un escenario que de arranque podría parecer una alucinación, pero que cuando se hace un análisis del comportamiento constante del habitante de Palacio Nacional, mi hipótesis parece encontrar sentido. Veamos. 

El Presidente López Obrador ha dado claras muestras de haber revivido lo más rancio del presidencialismo priista. 

Nada sucede sin su aval. Nada se mueve sin su incentivo. Nada ni nadie crece si no lo quiere. Nada es nada y nadie es nadie. 

Excitado por su esquizofrenia, López Obrador ha impuesto gobernadores y gobernadoras a su entero capricho. 

(…) 

Trasladando a Puebla esta práctica, surge esta hipótesis. 

¿Qué pasaría si AMLO abuse de su libertad para que al término de su mandato volviera a su peregrinar eterno, a manera de campaña política? 

(…) 

¿Sería capaz de hacer gobernadora a la primera —no primera— dama? 

¿Sería capaz de resistirse a esa enorme tentación? 

Si lo ha hizo con Durazo, Sansores y Salgado, ¿por qué no hacerlo con él mismo? 

La solución le sería francamente simple, usar las dos mismas armas usadas consistentemente: el género y las encuestas. 

De un día para otro, Morena anuncia que a Puebla le correspondió en la mágica tómbola lopezobradorista que la candidata fuera mujer. 

Casualmente, en Puebla los aspirantes mejor posicionados, todos son hombres. 

¿De dónde sacarían una mujer para cumplir los designios de la tómbola? 

¿Alguien en Morena dudaría de la seriedad de la empresa encuestadora —a la que aún nadie conoce— que definiera como la más popular, carismática y confiable a la señora Gutiérrez Müller? 

Y bingo, Morena tendría candidata, AMLO libertad para seguir peregrinando y los poblanos una peligrosa cita en las urnas. 

Insisto, es una simple hipótesis, pero mi pregunta es: ¿Se atrevería el Presidente? 

Por sus antecedentes y su esquizofrenia de poder, no tengo la menor duda.