Ayer, en la conferencia mañanera, el gobernador del estado fue inquirido sobre la tala desmedida –documentado por El Sol de Puebla– en la zona del Área Natural Protegida de la Malinche, y las acciones que estaría tomando el gobierno al respecto.
A esto, el ejecutivo estatal destacó correctamente que la mayoría del territorio corresponde a Tlaxcala. De las 46 mil hectáreas, unas 13 corresponden a Puebla y las restantes 33 mil a nuestros vecinos. El gobernador no supo confirmar si la Malinche era un Área Natural Protegida, lo es, aunque claramente reconoció los conflictos que ha causado este nombramiento para las formas de vida tradicional.
Matlalcuéyatl, el nombre original de la Malinche, fue designada área de protección especial en 1938, de la mano del presidente Obregón. Esto se dio vía decreto presidencial en el marco de solicitudes hechas por la Unión Panamericana, ente que se transformó en la Organización de los Estados Americanos una década después. Esta preocupación por crear parques nacionales fue respuesta a la explotación indiscriminada de los recursos forestales latinoamericanos.
Puebla comenzó en el ‘35 con el Izta-Popo, que compartimos con Morelos y el Estado de México, para seguir en el ‘37 con el Pico de Orizaba y Veracruz. El mismo ‘38 de la Malinche, se nos otorgaron dos pequeñas zonas menos conocidas: Cañón del Río Blanco con Veracruz y la cuenca del río Necaxa con Hidalgo. A finales de los 90s llegó la Sierra de Huautla –Morelos y Guerrero– y Tehuacán-Cuicatlán –Oaxaca–.
La designación de área protegida prohibió de golpe en la Malinche la mayoría de las industrias agrícolas, ganaderas y forestales, y las políticas agrarias de la época trozaron la propiedad comunal. Los problemas los seguimos arrastrando a la fecha. El punto fino entre una actividad forestal depredadora y el uso de leña para el temazcal y el tlecuitl es complicado de encontrar.
Como medida para buscar arreglar la crisis forestal, el gobernador anunció una ambiciosa meta: sembrar entre 8 y 20 millones de árboles endémicos a lo largo del estado.
Las cifras no son poca cosa, y lo podemos comparar con los números del programa federal Sembrando Vida. Veinte millones se acerca mucho a los 22 millones sembrados por el programa federal. A nivel administrativo en 2021 Sembrando Vida recibió 980 millones de pesos y tuvo casi 17 mil sembradores.
En Puebla existen muchas iniciativas de restauraciones forestales, de todos niveles. Como el programa del ayuntamiento de Puebla de sembrar 281 mil árboles, uno por cada niño entre cinco y quince años del municipio.
Por cierto, Sembrando Vida opera en la Malinche tanto del lado de Puebla como el de Tlaxcala, con pocos resultados por lo relajado de la operación del programa. Además, la gobernadora del estado vecino, Lorena Cuéllar, ya tiene una iniciativa de un programa de reforestación estatal a las faldas de la Malinche. Hablando de esfuerzos paralelos.