En los próximos días habremos de ver cuál será el juego del senador Ricardo Monreal: pasar a la historia como el autor de la primera rebelión contra el poder presidencial, por una bancada senatorial perteneciente al partido oficial; o doblarse ante las presiones que ha ejercido López Obrador a través de su operador de cabecera Adán Augusto López.
Y aquí es en donde el juego de Monreal alcanza niveles nunca antes vistos.
Si los diputados de Morena que decidieron apoyar a Alejandro Armenta son realmente leales a Monreal y están dispuestos a mantener una postura firme que resista las presiones de Palacio Nacional, el zacatecano estaría en la posibilidad de cerrar una alianza de facto que impidiera la aprobación de la iniciativa de ley que busca darle autonomía administrativa y operativa a la Sedena sobre la Guardia Nacional.
Pero vayamos más lejos, un acuerdo cupular entre las bancadas del PRI, PAN y MC con los senadores monrealistas podría incluso alcanzar la llamada mayoría calificada, con la cual pondrían en predicamentos cualquier reforma constitucional y otras votaciones de carácter vital para el lopezobradorismo.
Una primera prueba para el zacatecano será la de mañana martes, cuando se inicie el proceso de discusión de la iniciativa presidencial sobre el futuro de la Guardia Nacional y su posible control de la Sedena traducida en la militarización del país.
El mensaje que lanzó ayer domingo Monreal, a través de sus redes sociales, está plagado de frases importantes: “La reforma para integrar la Guardia Nacional a la Sedena será discutida con responsabilidad en el Senado”, “No calificamos el trabajo de la colegisladora (…), pero en el senado actuaremos con responsabilidad en este proceso legislativo tan importante para la vida del país” y “Será una semana intensa, no adelantemos vísperas, pero tampoco adelantamos procedimientos, vamos a intentar construir los acuerdos en los mejores términos en las próximas horas”.
Más allá de cuestionar, indirectamente, lo opaco de la aprobación de esta iniciativa presidencial en la Cámara de Diputados, Monreal también habla de una discusión responsable, que bien podría traducirse en una modificación importante en la reforma e incluso en el rechazo de esta.
Sin duda, conociendo la habilidad y la perversidad política de Monreal, está puede no ser más que una bravata para que el Presidente lo vuelva a invitar a sus acostumbrados desayunos y con ello su incursión al juego de las corcholatas, con todo lo que esto implica.
Pero suponiendo que se trate de un verdadero mensaje de rompimiento y que realmente esté dispuesto a llevarlo hasta sus últimas consecuencias, entonces entraríamos a un terreno sumamente peligroso para Andrés Manuel, toda vez que el actual líder de los senadores de Morena lograría fácilmente el apoyo del bloque opositor (PRI, PAN, PRD), que se ha pronunciado fuerte y claro en contra de la militarización del país, y de un número suficiente de legisladores morenistas para hacerse del control de esta cámara.
Es decir que matemáticamente contaría con los votos necesarios para rechazar la reforma militarizadora y todas las votaciones futuras.
Aunque se antoja lejana la posibilidad, lo cierto es que “haría historia”, pues no existe registro de ninguna rebelión de un grupo parlamentario emanado del mismo partido del presidente.
A México, como acertadamente lo señaló Blanca Alcalá al iniciar los trabajos en la Cámara de Diputados, le urge un cambio de timón, pues a cuatro años de que inició la llamada Cuarta Transformación, el país se encuentra sumido en los peores indicadores de bienestar, educación, salud y hasta seguridad.
¿Tendrá Monreal los tamaños para jugarle las contras al Presidente?
Veremos y diremos.
¿La Corte vs Palacio?
En teoría, la cárcel, como Prisión Preventiva Oficiosa (PPO), debe servir para que delincuentes peligrosos no puedan huir de la justicia, sin embargo, en la vida real, las prisiones se han llenado de presuntos delincuentes que llevan años esperando sentencias.
Desafortunadamente, en esta discusión el discurso de Palacio busca confundir a la sociedad con la versión de que la desaparición de la PPO implicará que los detenidos entren y salgan de las cárceles por la famosa puerta giratoria.
Sin embargo, la mentira estriba en que la presión preventiva común nada tiene que ver con la figura de la prisión preventiva “oficiosa”, que implica la detención y encarcelamiento de cualquier sospechoso sin pruebas, en una clara violación a los derechos humanos.
Por los excesos en la aplicación de esta inconstitucional figura, hay presos en Ceresos de la Ciudad de México —como ha evidenciado el Instituto Federal de Defensoría Pública—, en los Ceferesos y en las cárceles estatales y municipales de todo el país.
Personas que acumulan cinco, siete o hasta quince años esperando una sentencia son la mayoría de la población penitenciaria.
Es verdad que entre esos miles de presuntos responsables, un número importante sí contará con las pruebas que acrediten su participación en algún ilícito y culminen su proceso con una sentencia privativa de la libertad, pero el resto saldrá algún día, con los pies por delante o con el típico “usted disculpe”.
La discusión que este lunes sostendrán los ministros en la SCJN promete ser una cátedra y seguramente saldrán chispas en Palacio Nacional.