Ante la cercanía de las elecciones de 2023 y 2024, el presidente alista una nueva estocada contra la democracia de México.
La Reforma Electoral que prevén esté lista en la primera quincena de octubre, propondrá entre otras cosas, reducir a siete el número de consejeros electorales y recortar áreas prioritarias del INE para acortarle atribuciones.
Aunque Andrés Manuel requiere de mayoría calificada para destruir a una institución como el INE, la verdad es que ya no le preocupan los números.
Es claro que la bancada de Morena, sumada a la del PRI, permitirá que cualquier aberración o capricho presidencial pase con la mayoría calificada que requieren las reformas constitucionales.
A estas alturas del partido es imposible dudar cuál será el sentido del voto de los diputados del tricolor, pues su aún líder, Alejandro “Alito” Moreno señaló el pasado 12 de septiembre que: “las elecciones son muy caras, que hay muchos legisladores y que los consejeros se han excedido en sus atribuciones”.
Más claro ni el agua, hará lo que le dicten desde Palacio Nacional y sin aspavientos.
Es verdad que todas las instituciones en México son susceptibles de mejorar, pero la propuesta de López Obrador para desaparecer al órgano responsable de organizar y dar fe de las elecciones es un acto de totalitarismo.
Cuando AMLO acusa que se validan fraudes electorales o descalifica el trabajo del INE olvida que él mismo está sentado en la silla presidencial porque fueron los consejeros del INE quienes reconocieron y avalaron la elección en la cual resultó ganador, incluso con un gran porcentaje de mexicanos en contra.
Permitirle al gobierno en turno, sea cual sea, que regule las elecciones es un enorme riesgo. ¿Qué mandatario podrá contra la tentación de “tirar el sistema” e imponer a su “corcholata”?
Aunado a ello, está claro que la 4T todo lo que “transforma” termina por destruirlo. Como muestra ahí están los programas sociales como las guarderías o desayunos calientes, que dejaron de existir para volverlos un cheque en blanco que muchas veces termina perdido en el mar de corrupción que es la 4T.
Otra muestra es el sistema de salud en México que pasó de tener una ejemplar cobertura de vacunación que superaba el 95 por ciento a carecer por años de dosis para los bebés recién nacidos.
El cambio del Banco del Bienestar por Bansefi tampoco ha cuajado por la falta de planeación y hasta de lógica.
Ni hablar de la compra y distribución de medicamentos en el país, el famoso Insabi ha demostrado que no arranca al grado que tendrán que montarlo en el IMSS para justificar el fracaso que se les advirtió que sería.
En resumen, la Reforma Electoral transita y mientras los priistas y morenistas celebrarán el golpe de Estado, una endeble oposición verá cómo años de construir instituciones fuertes y ciudadanas son demolidas, todo por el berrinche, rencor y capricho del inquilino de Palacio Nacional.